Interview with Carlos Ivan Degregori
“La democracia no es tan débil, no somos Ecuador ni Bolivia”
Por Patricia del Río Labarthe
El Comercio, 28 de mayo del 2006
El antropólogo hace un análisis sobre la violencia que siempre acecha nuestro país y con mayor razón en la época electoral
– ¿Se está impregnando la campaña de este estilo achorado, de machito peruano que te he escuchado comentar alguna vez?
– Mucho. Pero fíjate que he estado reflexionando sobre lo que ha pasado en esta segunda vuelta: por un lado, comparto las críticas que le hacen a Humala que lo tildan de improvisado, autoritario, machito; y, como en el póker, yo doblo todo lo que dicen. Sin embargo, al mismo tiempo démonos golpes de pecho, que quien ha encarnado todas las tareas pendientes de nuestro país es Ollanta Humala y no algo parecido a lo que ocurrió hace 25 años.
– Te refieres a Sendero Luminoso
– Así es. Hacia mediados de los ochenta, Sendero conmocionó el país, y eso, sumado a la irresponsabilidad de los partidos políticos –de todos, no solo del de Gobierno– remeció el Perú desde sus cimientos. Aquí hubo una desgracia espantosa, corrió sangre como nunca.
– Pero muchos no creen en las cifras de la CVR
– Si no creen no importa, porque si no fueron 60 mil muertos, ya hay 30 mil nominalizados, que es un montón de gente. El grado de crueldad de esta guerra es inédito en América Latina, creo que ni en Colombia se ha dado esta situación que es medio camboyana. A nosotros nos ocurrió algo como lo de Camboya y seguimos como si nada. El problema es que si no rectificas a fondo lo que provocó ese problema, tarde o temprano van a ocurrir cosas horribles.
– ¿Humala sería una manifestación “no tan horrible” de los problemas que arrastramos?
– Así es. Por supuesto que tiene una familia impresentable, que las ideas del clan Humala son medio fascistoides, pero debemos reconocer que por lo menos Ollanta Humala está participando en elecciones. Los creyentes que den gracias al Señor de rodillas, porque lo que nos podría haber tocado es algo semejante a la amenaza de Sendero.
– Humala encarna esa frustración, sobre todo de las zonas rurales, pero él no implica una solución a esos problemas.
– Humala es solo un síntoma de algo que está profundamente mal en el Perú, y que una “aspirina García” tampoco va a resolver. No queremos darnos cuenta de que Humala es como un holograma, un fantasma creado por nosotros, que nos está dando miedo. Felizmente ha salido como ha salido; porque, repito, si hemos vivido tal conmoción y no hemos hecho nada para resolverla, ha podido ser mucho peor y todavía podría serlo.
– En el gobierno de Toledo, el sur mostró que no estaba dispuesto a quedarse tranquilo si no se resuelve sus demandas. ¿Un gobierno de García podrá calmarlos?
– García no la va a tener fácil. Creo que nadie la va a tener fácil, porque ya se probó los límites de un economicismo. En eso, fíjate, estamos ante un espejo del marxismo duro de los 70, que consideraba que primero había que resolver los problemas económicos y que –estoy simplificando– el resto se resolvería por añadidura. Esa fue la actitud de Fujimori en los 90 y Toledo la repitió en los últimos cinco años. La fórmula ha sido: hay que crece, crecer, crecer, y el resto vendrá después.
– Pero no viene
– Ya nos dimos cuenta de que no viene, por eso es urgente desarrollar una política estatal con mucha voluntad y muy decidida para revertir estas inequidades. Hacia el final de la campaña, Lourdes Flores, por ejemplo, se volvió muy consciente de eso. En su discurso de cierre terminó diciendo que los problemas centrales del país eran exclusión y pobreza. No dijo TLC o crecimiento económico.
– Eso es un buen síntoma
– Sí, y creo que eso es producto de que Humala ha tenido un efecto colateral, no deseado, y positivo. Su aparición ha sincerado la agenda política del país.
– ¿En qué sentido?
– Ha puesto sobre el tapete una serie de temas urgentes; sin embargo, creo que todavía hay un problema irresuelto que es aún más grave que el de la pobreza y el de la consolidación democrática, y es el del reconocimiento. Puede que ahora los poderes económicos, las élites, las grandes empresas estén más dispuestas a compartir sus beneficios económicos, pero no sé si están dispuesto a reconocer a los otros, a los que han tildado de tarados e ignorantes, como iguales.
– ¿Los candidatos tienen propuestas o voluntad por resolverlo?
– No veo que ninguno de los dos trate el tema. Hablan de la pobreza, pero no se ocupan, por ejemplo, de que una señora que habla quechua pueda entrar a un juzgado para que la juzguen en su idioma.
– ¿No hay ninguna preocupación por la educación bilingüe?
– Es que no se trata solo de que te enseñen quechua en la escuela y después salgas a la calle y no te sirva de nada. Por eso muchos campesinos no quieren educación bilingüe, porque sigue siendo la lengua estigmatizada. Cuando pasé por tierra de Tacna a Arica, descubrí que cuando llegas a Chile, que –no tendrá ni 100 mil aimarahablantes– te recibe un letrero que dice “Bienvenidos a Chile” en español y abajo, lo mismo, en aimara. A los chilenos les preocupa que su población aimara se sienta incluida, a nosotros nos molesta. Y eso ha saltado de una manera terrible en esta campaña.
– ¿Por qué ahora?
– Zizek, que es un filósofo esloveno medio loco, dice que el poder regula la visión: determina qué se debe ver o qué no se debe ver. A veces, sin embargo, tiene gestos obscenos, y enseña lo que ha estado oculto, como Sharon Stone, cuando cruza las piernas en “Bajos Instintos”. Yo creo que en esta campaña, el poder ha cruzado las piernas y nos ha mostrado una obscenidad. Algo que estuvo tapado por mucho tiempo.
– ¿Cuáles son las posibles salidas a esta exclusión?
– El ideal sería que los partidos recojan estas banderas dentro de sus programas. Otra posibilidad es que surjan movimientos sociales que lleven estas banderas y que, como no hay partidos que las levanten, entren ellos a la arena política. Lo pongo a un segundo nivel, porque lo mejor es que los partidos sean los que hagan la política.
– Y eso no está pasando
– No, y ahí surge la tercera posibilidad que es que no pase nada, y quedemos largo tiempo en esta suerte de presencia del problema étnico, no a nivel explícito, sino escondido. El problema es que la frustración puede aflorar de maneras perversas, inesperadas, violentas.
– En ciertas zonas la población se está acostumbrando a resolver sus problemas con linchamientos, persecuciones
– Pero el pez se pudre por la cabeza. Si ves los vladivideos, encuentras un ejemplo que viene del poder, si analizas a Sendero Luminoso verás que no eran lo más pobres, era una élite intelectual provinciana, eran profesores universitarios que se pusieron a matar gente de la manera más brutal. También están los de Ilave que linchan, pero me niego a pensar que estamos ante algo así como “nosotros somos los caballeritos y ellos son los linchadores”. No, el ejemplo viene desde arriba. Aquí las cosas se hacen a la mala, en todos los niveles.
– ¿Las elecciones que se vienen en noviembre serán un formalismo o las ves como una oportunidad?
– Por más límites que tenga la regionalización, creo que es una oportunidad de ir avanzando paso a paso, de ir construyendo partidos que no sean solo membretes.
– A qué te refieres con membretes…
– En el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) hemos hecho estudios sobre localidades, provincias, donde ganó el Apra o Unidad Nacional, y cuando las analizamos vemos que los partidos llegaron, reclutaron a sus candidatos, y al día siguiente del proceso electoral desaparecieron y no volvieron hasta las próximas elecciones. Un entrevistado nos decía: “las elecciones son como cuando va a empezar el campeonato de fútbol y los equipos arrancan a entrenarse, a calentar, a buscar a quién jalan”. Igualito, mientras no hay campeonato de fútbol no hay equipos, no hay entrenador, no hay liga, no hay nada.
– ¿Qué puede pasar los primeros meses de gobierno con el partido político que gane?
– Esos primeros meses van a llevarse a cabo en un ambiente muy crispado. Si es que gana Alan, por ejemplo, esta vez no va a haber luna de miel, no va a ser como en el 85. Me acuerdo de un balconazo de Alan cuando recién asumió la presidencia y al día siguiente salió un titular que decía “Alan, haz lo que quieras” (risas). Eso es lo máximo a lo que puede aspirar un presidente, ¿no?, pero creo que esta vez va a ser mucho más difícil –
– Entraría con la barra en contra, digamos.
– Y no solo por los que voten por Humala, sino porque si llega lo hará con muchos votos prestados, que inmediatamente van a volver a retomar sus posiciones. Va a haber infinidad de gente que votará por Alan tapándose la nariz, y eso plantea un escenario muy difícil.
– Si hay acusaciones de fraude, la violencia se puede complicar más
– De todas maneras van a ser días muy tensos. Humala puede sacar a gente a la calle, en provincia puede haber laberintos. Pero ojo no es solo él, no tengo ninguna prueba, pero creo que hay gente dispuesta a hacer lo que sea si es que gana Humala. Hay peligro de violencia por todos lados, desgraciadamente.
– No hay buenos y malos, entonces
– No, el país no está dividido en ángeles y demonios, estamos todos mal, y todos debemos ser conscientes de eso. Van a ser días muy tensos, creo que hay operaciones en marcha por todos lados de los que no somos conscientes, y desgraciadamente estas elecciones no van a ser tranquilísimas.
– ¿Peligra la democracia?
– No, la democracia peruana tampoco está tan débil. No somos Ecuador, ni Bolivia. Mal que bien vamos a tener un presidente en junio, que va a instalarse en julio, tal vez con muchos problemas, pero lo tendremos. La democracia peruana es lo mínimamente sólida como para aguantar remesones. Eso espero.
– En el 2001, votamos por Toledo para que no saliera Alan, ahora se vota por Alan para que no salga Humala, ¿Qué nos espera en el 2011?
– Parece que el mal menor cada vez es mayor.