Javier Portocarrero sobre el sur andino
Opina Javier Portocarrero Maisch*: Elecciones 2006: ¿amenaza del sur andino?
*Investigador del CIES
Perú 21, 14 de junio del 2006
En las décadas de los 60 y 70 las élites de Lima vivían asustadas por el temor de que los pobladores de las barriadas pudiesen bajar de los cerros para invadir los barrios residenciales de la capital. Hasta el domingo 4 de junio, esas mismas élites han sufrido pánico frente a la eventualidad de un triunfo de Ollanta Humala, lo que explica la votación arrolladora de Alan García en distritos como San Isidro. Aunque Humala fracasó en la segunda vuelta, la votación que logró -solo 5 puntos por debajo de García- ha dejado una sensación de peligro en futuras elecciones. En particular, se cree que el sur andino, donde Humala obtuvo el 56% de los votos válidos en la primera vuelta y 74% en la segunda, constituye una bomba de tiempo.
En los cinco departamentos detallados viven cerca de cuatro millones de personas en condiciones muy precarias: 71% de las viviendas tiene piso de tierra. La pobreza afecta a cuatro de cada cinco familias, y la indigencia, a la mitad. En realidad, la miseria en esta región es de larga data, y durante el último siglo se ha quedado rezagada frente a la costa, incrementándose las brechas que dividen a nuestro país. Los modelos de desarrollo primario exportador y de industrialización por sustitución de importaciones no han logrado superar la pobreza extrema en estas zonas; y una de las pocas válvulas de escape ha sido la migración de los jóvenes hacia la costa o la selva en busca de mejores horizontes.
Hoy en día, la miseria en el sur andino es un caldo de cultivo para el radicalismo político, y en su momento lo fue para la insurrección senderista. Pero pobreza no implica siempre predominio de la izquierda. A diferencia del ‘sólido norte’, la votación del sur andino ha sido mucho más volátil. Más que un voto ideológico, ha sido un voto en favor del caudillo de turno, que cautivó a las masas con diferentes discursos: paternal con Belaunde en 1980, populista con García en 1985 y nacionalista militarista con Humala en 2006. Por su lado, Fujimori obtuvo 39% en 1990 y, luego de cinco años supuestamente neoliberales, logró 74% en su reelección de 1995.
Así, la estabilidad política en el sur andino requiere no solo de una movilización nacional contra la pobreza endémica, sino también de un liderazgo político que enfrente al radicalismo y promueva el consenso social.