Mirko Lauer sobre la mujer en la política peruana
Consejo de ministras
La República, 21 de julio del 2006. Por Mirko Lauer.
Con el anuncio filtrado de que habrá seis mujeres en el primer gabinete el Apra no alcanza por dos cuerpos la paridad de género ofrecida, pero sí un récord en cuanto a carteras femeninas. Es un paso importante en la larga marcha por empoderar (una palabra que viene de la lucha por la equidad de género) a las mujeres también en la política peruana.
En estos años por momentos incluso ha parecido que había más mujeres que hombres en la política. De allí salieron las figuras más guerreras del fujimorismo, una situación que se mantiene hasta ahora. Hemos estado a pocos votos de que la derecha colocara a una mujer en la presidencia, y es probable que Lourdes Flores termine siendo la principal opositora.
La creciente presencia femenina se ha debido sobre todo al sistema de cuotas en las listas políticas establecido en los años 90. Hay otros factores, como el acercamiento de las tasas de instrucción femeninas a las masculinas. De modo que hoy las mujeres no solo destacan, sino que son una presencia importante en el gremio político.
Hay leyes de acción afirmativa a favor de la mujer en casi la mitad de los países de América Latina. En Argentina, el primero en legislar sobre el tema, hay casi 35% de mujeres en el Congreso, un impacto mucho mayor que en el resto de países. El Perú probablemente va segundo, con casi 30% de mujeres en el próximo Congreso (20% a 25% en los actuales municipios).
Si aquí las parlamentarias no son más es por una combinación del sistema de voto preferencial y de la ausencia de un régimen de alternancia, con el que algunos países evitan que las mujeres sean apiñadas todas a la cola de la lista. A pesar de que las mujeres no votan automáticamente por mujeres, efectuar estos dos cambios incrementaría su representación.
Aun así, las dos candidaturas más votadas para el Congreso han sido Keiko Fujimori y Mercedes Cabanillas. Esto más la presencia de Flores augura un aumento de candidaturas femeninas para las próximas elecciones. Acaso votar por mujeres tiene elementos de gusto adquirido, como lo viene siendo nombrar mujeres para altos cargos en el Ejecutivo.
En cuanto a la base social, las encuestas indican que existe una opinión femenina diferenciada en muchos temas. Pero salvo excepciones, no es una opinión marcadamente diferenciada. Bastante más gravitan, por ejemplo, las diferencias sociales, generacionales o regionales. Todavía es difícil imaginar un próximo partido femenino.
Un motivo de esto último es que muchas mujeres optan por participar como una versión femenina de la política masculina. La primera candidata cabalmente feminista, o cuando menos especializada en los derechos de las postergadas mujeres populares, no ha aparecido todavía. En este terreno mucho más hacen las ONGs que los partidos.