Peru Election 2006

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Congresistas longevos que se retiran

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Source: El Comercio, 22 de julio del 2006


La ley del adiós
El Comercio, 22 de julio del 2006. Por Renato Cisneros.

LOS CONGRESISTAS QUE SE VAN
De los padres de la patria que se marchan, elegimos a cinco que –aciertos más, deslices menos– trataron de darle al Parlamento un vuelo diferente. Sus ausencias van a sentirse
En el supuesto de tener que definir un ‘top five’ de los mejores congresistas, cada uno es libre de elegir a sus favoritos y establecer su propio arbitrario ránking.
Para nosotros –aunque sabemos que ninguna selección es definitiva ni concluyente– estos cinco ex legisladores destacan por sobre los otros 94 que también dejarán el Parlamento.
Los cinco han tenido un largo recorrido en el Legislativo, los cinco han hecho suyos proyectos harto constructivos, los cinco han obtenido un amplio reconocimiento mediático y los cinco (al margen de cuán simpáticos nos parezcan) han mostrado suficientes credenciales de honestidad.
No sabríamos decir si han sido los mejores padres de la patria que hemos tenido (en un par de casos, es probable que así sea), pero al echar un ojo a la composición de la siguiente representación parlamentaria, no nos queda duda de que vamos a extrañarlos.
EL GATO CON VOTOS
En un pasillo del hemiciclo, Ántero Flores-Aráoz me cuenta que él postuló por primera vez en 1985, pero que recién en 1990 aterrizó en un escaño.
“Recuerdo que la primera ley que saqué fue la del cambio de intis a nuevos soles, y me costó mucho, porque el sistema bicameral era muy latoso. Sin embargo, durante el fujimorismo, vi que la unicameralidad permitía la promulgación de varias leyes sorpresa”.
El 5 de abril de 1992, cuando Fujimori ordenó la disolución del Congreso, Ántero estaba en Camerún, en una reunión ante el Parlamento Mundial. Hoy él sostiene que nunca dudó en participar en el Congreso Constituyente Democrático (CCD), pues era el único foro desde el cual se podía cambiar la percepción de la gente.
“Ese año, el 95% del país veía mal a los congresistas. Hasta mis hijas sufrían desaires en la universidad. Fue tremendo”.
Si uno revisa la producción legislativa de Flores-Aráoz, se puede sentir intimidado. Desde 1992 hasta el 2005, salvo en un par de períodos, las estadísticas lo colocan en el primer lugar entre los autores de iniciativas convertidas en leyes.
De todos los proyectos que lograron ver la luz, él se enorgullece, sobre todo, de tres leyes: de las trabajadoras del hogar, para evitar los abusos contra los colegiales por las deudas de pensiones y de las acciones de Telefónica.
Es difícil encontrar un matiz negativo en su hoja de vida parlamentaria. Nunca se peleó. Nunca pugnó por lograr una comisión (en todo este tiempo, apenas presidió tres grupos de trabajo). Y nunca tuvo gestos de soberbia; ni siquiera cuando fue presidente del Congreso (2004-2005).
“Jamás tuve motos, patrulleros ni edecanes ni contraté a gente extra. A las anfitrionas las mandé a la universidad y reduje el número de vicepresidencias”.
Elegido por Unidad Nacional, Ántero afirma que ya desde el 2001 tenía claro que se despediría. Se va del Congreso feliz, sin nostalgias, y sin hacerle ascos a una futura posibilidad de candidatear a la presidencia. “Nunca he escondido esa aspiración”, reconoce ante la grabadora.
Si los políticos, casi por definición, carecen de espontaneidad y sentido del humor, Ántero (quien jura que no le molesta que le digan ‘Garfield’) ha sido clave para modificar ese paradigma e imponer un nuevo perfil.
NUESTRO QUERIDO ‘FIGURETTI’
Cuando llegó al Congreso en 1978, Xavier Barrón –créalo o no– era un hombre de austero perfil bajo, ajeno al vicio que luego lo encumbraría: la figuración.
Con solo 28 años, decidió no hablar en aquel hemiciclo para dedicarse a escuchar las imponentes alocuciones de los monstruos de entonces: Sánchez, Polar, Ramírez del Villar, Bedoya, Prialé, Haya de la Torre…
“Opté por quedarme mudo para no meter la pata. Yo fui elegido en julio, pero hablé por primera vez en octubre”, recuerda.
Para Barrón, el autogolpe de 1992 tuvo un efecto decisivo y, solo cuando fue reelegido para el CCD, entendió que debía dedicarse en cuerpo y alma a su electorado. “Desde entonces nadie ha podido ganarme en cantidad de oficios cruzados con el público. Yo firmo 107 por día”, dice inflando el pecho de orgullo.
Histórico defensor de los viejitos, su gran tema ha sido el de la seguridad social, en especial la jubilación. Gracias a los proyectos que impulsó, el cobro de pensión –por ejemplo– se ha acelerado: en 1992 demoraba tres años; hoy –dice– tarda seis meses.
Tal vez por eso Barrón admite no solo que extrañará el Congreso, sino que le gustaría volver. “Mentiría si dijera que me voy contento. Eso sí, quisiera regresar, ser senador por un período y, por primera vez, ser parlamentario de gobierno”.
Como preciándose de nunca haber sacado provecho de su inmunidad, me cuenta que recién hace una semana tramitó su brevete y cumplió con hacer todas las colas del caso. Su gran extravío, en realidad, ha sido otro: haber sucumbido a la tentación de participar en casi todos los programas cómicos de televisión, una serie (“Habla Barrio”) y una telenovela (“Malicia”).
“Lo dejé de hacer por mis hijos, pero lo extraño, porque ahí me divierto, puedo ser yo mismo y decir lo que quiera”, alega quien supo sacar perfecta rentabilidad electoral de esas irrupciones televisivas.
Hoy que se va, adelanta que no se dedicará al Derecho, sino a una pequeña empresa familiar de corte inmobiliario.
Habrá que ver qué congresista hereda y hace suyo ese patrimonio de, llamémosle carisma, que el buen Barrón ha dejado.
EL ZURDO DE ORO
Javier Diez Canseco es otro de los legendarios. Llegó a la Asamblea Constituyente de 1979 con 29 años y de su historia, definitivamente, me quedó con el capítulo inicial.
Cuando salió elegido por primera vez, estaba preso en Jujuy (Argentina), a donde lo deportó el gobierno militar. Increíblemente, no supo nada de su triunfo electoral sino hasta casi un mes después, cuando, ya exiliado en Europa, recibió la tardía primicia.
Aunque compartió escaños con Haya de la Torre y Luis Alberto Sánchez, para Javier el mejor polemista de todos fue Héctor Cornejo Chávez. “Ese fue el mejor Congreso que integré. Se discutía qué país queríamos y no qué hacer con la tala ilegal de madera en Sandia”, ironiza.
Su trabajo legislativo ha estado signado, básicamente, por la fiscalización, tanto en la denuncia de violaciones de derechos humanos como en las observaciones al manejo de los recursos públicos.
“Mi satisfacción es haber ayudado a colocar los derechos humanos en la agenda social, aunque haya tenido que pagar una factura bien alta”, dice Diez Canseco, quien, pese a haber sido víctima de diferentes atentados, cuenta –casi riéndose– que la máxima seguridad que ha recibido en todos estos años fue un patrullero sin motor que estuvo varios meses estacionado en la puerta de su casa.
Hoy se va “con la convicción de que es correcto irse” y desliza ciertos proyectos futuros que no terminan de llamar la atención, algunos vinculados con la gastronomía y otros con el cine.
Su partida del Congreso no está matizada por la melancolía; al contrario, él bromea diciendo que será una tranquilidad dejar de ser ‘doctor’ e ‘ingeniero’, títulos a los que nunca postuló pero que fueron rutinarios en el trato que la gente le dispensaba.
Quizá lo más bonito de la curva final de su ruta parlamentaria haya sido concluir su mandato en la misma oficina que hace una punta de años perteneció a su padre. “Ha sido extraordinario culminar este período con una cercanía simbólica con él”.
Diez Canseco se retira y con eso el Congreso pierde una dosis de humanismo y lucidez que seguramente van a hacerle falta.
MISTER PEASE
Henry Pease –quien no pudo recibirme en estos días porque fue sometido a una intervención quirúrgica– es otro de los infaltables en este ‘top five’, no solo por su incuestionable caballerosidad, sino por la deslomada oposición que mostró durante la dictadura.
Con 13 años y medio como congresista, Pease no duda en criticar la catadura del ambiente en que debutó. “El CCD era un desastre. No era un Congreso, era un ring de box, no había diálogo ni concertación”.
Enemigo de la masiva elaboración de proyectos, él sostiene que su espíritu legislador se ha preocupado más por los temas de fondo. “Yo he trabajado en las reglas del Parlamento y de la institucionalidad democrática. No he presentado una gran cantidad de proyectos de ley, pero sí me he involucrado en los debates de cada comisión que integré. Me parece que son una estupidez los ránking para ver quién sacó más proyectos de ley”.
Ahora, con 61 años, el doctor Henry solo piensa dedicarse a la docencia, la gran pasión de su vida. Y negando la sospecha de que el ejercicio legislativo le ha deparado una próspera situación económica, afirma: “Yo salgo del Congreso sin ahorros. Entré con más recursos de los que tengo”.
Respecto de su futuro político, es difícil trazar una conclusión. Por un lado, dice que no se va del Congreso con pena ni con alegría. Por otro, no se anima a pactar un adiós definitivo. “No pateo ningún tablero ni digo ‘de esta agua no he de beber’. Solo estoy cerrando una puerta”.
Por su educada exposición de las ideas y su amplio conocimiento reglamentario, será imposible no pensar en Pease la próxima vez que nos toque cubrir un debate en el Congreso.
CARLITOS WAY
Aunque no exuda la simpatía de los otros, Carlos Ferrero también alcanza un lugar en este ránking. Su relación con el público quizá no ha tenido buena onda, pero su cuota política en el último Congreso ha sido fundamental.
Presidió el Parlamento entre el 2001 y el 2003 y estableció un importante puente con el Ejecutivo. Además, impulsó el tema de la descentralización y fue gestor de la modificación de la Ley 20530.
“Lamentablemente, faltó ver la ley de remuneraciones y la del empleo público, que fue vetada por el Apra”.
Sus enemigos no dejaron de encararle su pasado fujimorista pero, curiosamente, fue durante su mandato que se inhabilitó a Luz Salgado y Carmen Lozada, además de a otros 13 ex parlamentarios y dos ex ministros de Fujimori. Pese a ello, el membrete de tránsfuga no se lo supo quitar.
“Estoy acostumbrado a que me digan cosas, pero no logran alterarme. Creo que soy consecuente con mis ideas”, opina.
A diferencia de los otros cuatro, él fue el único que tentó la reelección, pero no tuvo votos suficientes. “Yo tengo cosas que hacer y encontraré formas de expresar mis puntos de vista, quizá vaya a la cátedra o escriba algunas cosas. En fin, estoy acostumbrado a subir y bajar”.
Aunque la mayoría no lo tenga entre sus favoritos, el vacío de Ferrero se va a sentir. De hecho, los periodistas vamos a extrañarlo, aunque él no a nosotros. Y cumplo con citarlo. “Yo noto un cierto tonito de complacencia, de la prensa mayoritaria para con el gobierno de García, que es sospechoso. Ojalá, señor Cisneros, que usted ponga eso textualmente”.
“En el Congreso de Fujimori hubo buen nivel académico. Claro, hubo mucho conocimiento, pero poca democracia”
ÁNTERO FLORES-ARÁOZ
“Decidí dejar de ir a los programas cómicos porque un día mi esposa me dijo: ‘Una más y te vas a dormir a un hotel’
XAVIER BARRÓN
“Los periodistas no se corrigen, no comparan la información, pero nadie puede decirles nada”
CARLOS FERRERO
“Solo me arrepiento de haberle dicho ‘ratero’ a Hermoza Ríos, pero fue luego de que él aceptara su culpabilidad”
HENRY PEASE
“He intervenido en procesos que –calculo– le deben haber ahorrado al Perú unos 500 millones de dólares”
JAVIER DIEZ CANSECO

Written by Michael Ha

July 22nd, 2006 at 10:59 am

Posted in Political Parties

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