Peru Election 2006

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Diario Financiero (Chile) on Toledo’s Legacy

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Toledo se despide de un Perú agradecido con economía, pero insatisfecho con pobreza
Marta Lillo Bustos
Diario Financiero
28/7/2006

Alejandro Toledo tendría dificultades hoy para ceder el sillón presidencial a Alan García en Palacio Pizarro. En sus cinco años de gobierno, recién en los últimos cuatro meses logró lo que en un principio parecía imposible: más de 20% de la aprobación popular. Impresionante, considerando que el nivel de rechazo ciudadano del mandatario llegó incluso a 90% debido a una seguidilla de errores políticos, frivolidades poco celebradas por más del 51% de la población bajo la línea de la pobreza, y escándalos familiares que terminaron por mellar su imagen, y que incluso en 2003 casi le cuestan la presidencia.


La ciudadanía peruana finalmente le concedió el beneficio de haber rescatado al país de una crisis económica, logrando una confianza de los inversionistas sin precedentes, y una industria a base de exportaciones cada vez más participativa en el producto interno bruto. En sus cinco años de gobierno, la administración Toledo gestionó una expansión económica que promedió 5,0% anual, creciendo el año pasado en 6,67%, su mayor nivel en ocho años.
Según un informe de BBVA Banco Continental, los 20 trimestres consecutivos de crecimiento de la economía registrados durante el gobierno de Toledo, representan el ciclo expansivo más largo en los últimos 35 años.
Pero la tasa de pobreza apenas se redujo 3% hasta 51,6% de los más de 27 millones de habitantes en este periodo, uno de los grandes puntos negros de la administración y legado “trágico” que García deberá reducir a como dé lugar, ante el riesgo de contagiarse con la impopularidad de su predecesor. El ritmo de crecimiento peruano tampoco significó una mejoría de la tasa de desempleo, que de 7,8% en 2001 subió a 10,5% en 2005.
“Hay una sensación de que por más que logró un nivel de crecimiento económico, del cual puede estar orgulloso, si no hay obras o un esfuerzo por mejorar las condiciones de pobreza, entonces la gente se siente estafada”, explica Maxwell Cameron, experto en estudios peruanos de la Universidad de British Columbia.
“Aunque fue democrático, no cometió mayores errores, y tampoco hubo una guerra o una represión social, encuentro que fue una oportunidad perdida. Llegó al poder en un momento en el cual tuvo al alcance la posibilidad de hacer muchas cosas. Fue un presidente con un gran complejo de inferioridad, un líder bastante pobre. No supo poner orden en la política, fortalecer las instituciones”, añade Cameron.
La herencia de Toledo es dual: una economía lista para recibir grado de inversión, un colchón financiero suficientemente grueso para soportar gasto público social, proyectos de privatización que prometen llenar las arcas fiscales por muchos años más, y un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos cuyos frutos serán saboreados por el presidente Alan García. Sin embargo, Toledo deja un país desconfiado de las instituciones del Estado, y un marcado abuso de poder generalizado en el sistema político.
Sombras presidenciales
“El gobierno de Toledo fue de transición, pero no creo que esto haya sido voluntario. el país estaba muy golpeado por todo lo que había pasado con Alberto Fujimori. La sombra de Fujimori impactó mucho en la imagen de Toledo porque hizo un populismo relativamente sencillo y dio la impresión de estar presente siempre en los momentos álgidos. Los dos grandes legados de Fujimori fueron haber frenado la inflación que dejó García en su primer gobierno y haber eliminado la violencia con el fin de Sendero Luminoso”, sostiene Hélan Jaworski, director de la revista de estudios políticos Palestra de la Pontificia Universidad Católica de Perú.
Toledo era un desconocido en política que se hizo de un nombre debido a su gran figuración como opositor a las prácticas autoritarias fujimoristas. Tras un frustrado intento por llegar al poder en los comicios presidenciales de 1995, triunfó en segunda vuelta electoral contra Alan García con 53% de los votos,.
Toledo llegó al Palacio Quemado como el primer presidente indígena en la historia política de Perú. Pero cavó su propia tumba desde el principio decretando a los pocos días un alza de salario a US$ 18.000, que le granjeó de inmediato la antipatía ciudadana y que debió mantener en US$ 12.000.
Su eslogan electoral “soy indio y rebelde con causa” que reflejaba su prodigiosa trayectoria de joven lustra botas que llegó a estudiar economía en la Universidad Stanford y trabajar en entidades tan connotadas como Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otros, no logró echar raíces en un electorado que votó en su mayoría por un “cholo” como ellos.
El resto del quinquenio se vio invadido de escándalos familiares por abuso de poder, tráfico de influencias, una esposa, la antropóloga belga Elaine Karp, que evitó el encasillamiento de primera dama, interviniendo en varias políticas de Estado, un sobrino culpado de violación, y su demora en reconocer una hija fuera del matrimonio.
Toledo tampoco deja un legado político trascendental producto de una falta de cohesión de su partido Perú Posible, que incluso le impidió competir en las presidenciales de este año por la falta de consenso en un candidato común.
Políticas a medias
Toledo aprovechó la coyuntura económica mundial y los altos precios de los commodities para reforzar la economía peruana. Redujo el déficit fiscal, la deuda pública, elevó las reservas internacionales y fomentó la desdolarización del sistema financiero.
Pero la agenda del presidente comprendió un programa de privatizaciones que le costó también su popularidad. Prometió no privatizar las empresas eléctricas públicas de Arequipa –Egasa y Egesur- pero una vez en el gobierno rompió el compromiso. Las intensas protestas conocidas como “el arequipazo” llevaron a la renuncia en julio del gabinete completo. Le siguieron huelgas de profesores a mediados de 2003 debido a conflictos salariales, que se expandió al sector salud, poder Judicial y la agricultura, incluidos los cocaleros.
El caótico clima derivó en la declaración de un Estado de emergencia por un mes. Esto le costó su legitimidad el resto del periodo.
El caballo de batalla electoral de Toledo, mayor empleo, también resultó comprometido, ya que los programas clave no tuvieron la relevancia necesaria para crear los más de 2,5 millones de empleos que prometían. En el ámbito social, el gobierno introdujo programas altamente exitosos en el sector vivienda, como subsidios, pero quizás demasiado tarde.
El análisis de un gobierno de oportunidades perdidas se confirma también con la falta de empuje del Foro de Acuerdo Nacional, creado en 2002 para elaborar 31 políticas de Estado para el desarrollo de Perú en los próximos 20 años. “Fue una excelente creación, sin embargo el gobierno no le dio toda la atención a las políticas aprobadas. No ha tenido la vigencia que podría tener, y es lo que se le pide a García, que lo retome y lo ponga en ejecución con vigor”, explica Jaworski.
Manos “limpias”
Toledo deja el gobierno con un promedio de 47% de aprobación. Culpa al profundo racismo social peruano de perjudicar su imagen, y reconoce que pudo haber hecho más en cuanto a pobreza.
Las campanas electorales todavía no suenan, pero Toledo no descarta la reelección en 2011. “En Perú uno nunca puede decir nunca. Si Alan García puede ganar elecciones después que dejó pésimo al país, entonces puede pasar cualquier cosa”, asegura Cameron.
Ocho concesiones listas para el resto del año
Alejandro Toledo estudió bien el proceso de privatizaciones de los ’90 en Chile y lo llevó a un nuevo nivel.
Al concluir su administración quedan listos ocho proyectos de concesiones para el segundo semestre por US$ 900 millones, que incluyen carreteras, aeropuertos, centrales eléctricas, sanitarias y gasoductos. La noticia cuadra bien
con los planes del nuevo presidente, Alan García, de superar a Chile en su propio juego de apertura comercial.
La venta de 40% de las acciones del Estado en la Empresa Eléctrica del Piura, que se realizará a mediados de agosto, pretende recaudar US$ 16 millones. Esta se suma a la venta de 15% de la empresa de transmisión eléctrica Consorcio Transmantaro.
El proceso de privatización de los servicios sanitarios de las zonas de Paita y Piura, significarán otros US$ 138 millones, mientras que los proyectos para los primeros gasoductos regionales en Ira, Ayacucho y Junín implicarán US$ 180 millones más.
En concesiones para construir y operar carreteras, existen proyectos por US$ 360 millones. Además, hay nueve aeropuertos
regionales en carpeta cuyas obras sumarán hasta US$ 120 millones. Según ProInversión, los compromisos de inversión extranjera en Perú ascienden a US$ 5.135 millones a futuro.

Written by Michael Ha

July 28th, 2006 at 10:15 am

Posted in Analysis & Opinion

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