Peru Election 2006

Few analysts know as much about economic power groups in Peru as Francisco Durand. In this commentary, published in La Republica, he discusses the economic linkages between Dionisio Romero, the richest man in Peru, and Lourdes Flores.

Lourdes se casa con Dionisio
Por Francisco Durand
La República, 13 de marzo del 2006.
Lourdes Flores, la candidata de Unidad Nacional, soltera conocida, está finalmente por casarse. El novio es nada menos que el hombre más rico del país. Dionisio Romero. Este matrimonio se está organizando por interpósita persona, a través de Arturo Woodman, el hombre público y leal gerente del grupo Romero, quien participa en la “plancha” de la señorita Flores a modo de gestor.
Económicamente hablando, no es mal matrimonio. Se trata nada menos que de la cabeza del Banco de Crédito del Perú y el conglomerado de empresas del gigante financiero Credicorp, de la AFP Prima, de la naviera Santa Sofía y el puerto Matarani. Romero es también el dueño de Alicorp, el gigante alimentario que produce desde fideos hasta helados. Otros activos comerciales, manufactureros y agroindustriales aquí y en el extranjero tiene el consorte, pero son tantos que no vale la pena mencionarlos. Con los ricos es difícil enumerar la riqueza.
La dote la pone Dionisio. No es porque le falten recursos a Lourdes. Los tiene, no tanto propios -siempre tuvo que trabajar-, sino de los numerosos aportantes corporativos que se han jugado de manera tan calculada como organizada a esta candidatura. Gracias a Dios, sigue, como diría el Grupo Apoyo, “liderando las encuestas”. Pero la asociación con Dionisio, vía Arturo, asegura una inagotable fuente de recursos en el tramo final de la campaña, que es cuando se gasta más y cuando el candidato necesita más. Cómo llega dicha contribución, es asunto que no se conoce, pues, como todo matrimonio, se trata de algo privado. No es sin embargo la causa principal de la unión.
Dionisio se va a casar con Lourdes por Dios y por la empresa. En efecto, ambos comparten convicciones religiosas católicas conservadoras, y tienen como principal soporte espiritual al Opus Dei. La poderosa y secreta orden opera dentro y fuera de la iglesia católica. Se caracteriza por una visión del trabajo orientado a la realización material, ideas que ambos comparten y que consideran buenas para este país. Pero es la empresa, mejor dicho el conglomerado, lo que impulsa el matrimonio Flores-Romero.
Y es que, luego de 15 años de neoliberalismo, una extrema libertad empresarial, contratos secretos de estabilidad tributaria, rotura de gasoductos, poco chorreo y alta informalidad, el matrimonio entre la gran empresa y la política es más necesario que nunca. Sirve para detener el creciente rechazo ideológico popular al poder económico y sus doctrinas de “más sector privado y menos Estado”. A fin de cuentas, hay juicios por archivar, puertos que privatizar, afiliaciones obligatorias a AFP que defender, intereses bancarios que establecer, libre importación que asegurar, privatizaciones por venir, impuestos por discutir.
Lo que está en juego en esta elección es muy simple: la firme separación entre el interés público y el privado y el fin del chorreo hacia arriba. Lo que queda por determinar en unas semanas más es si la apuesta a esta simpática abogada, de fácil sonrisa y maneras atildadas, habrá valido la pena. Dionisio siempre se preocupó en colocar gente en donde era necesario: el MEF. Pero ahora, vía Lourdes, va a tener un pie en Palacio, lugar donde se celebrará la ceremonia en estricta reserva, si se cumplen tan auspiciosos pronósticos.