Peru Election 2006

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Challenges and Choices for the Peruvian Voter

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The polarization of the election campaign raises questions about the implications of the outcome for the political regime. Gustavo Gorriti defines the movement behind Ollanta Humala as fascist and more dangerous to democracy than Fujimorismo, while El Comercio editorializes that Peruvians are facing a breaking point for democracy. Finally, for Fernando Rospigliosi, Alan Garcia has adopted some of Alberto Fujimori´s traits by proposing to dissolve congress, to have faceless judges, and to impose the death penalty for sexual crimes.


Las palabras. ¡Vivan las cadenas!
Por Gustavo Gorriti. Codirector
La Republica, 19 de marzo del 2006

Si Alberto Fujimori hubiera tenido éxito en la audaz maniobra de aproximarse a Perú desde Chile, hoy amenazaría la toma del poder en medio de elecciones tumultuosas. ¿Que no? Que sí. Deprimente, pero sí.
Pero la cárcel ha operado en Fujimori un tránsito veloz de la amenaza a la inocuidad. El inquilino del sistema penitenciario chileno parece haber cambiado de prioridades y estar ahora más preocupado por su libertad que por el poder.
Todo indica que ante los dilemas que plantea el interrogatorio judicial Fujimori ya escogió la amnesia. Igual que Pinochet: la técnica Alzeheimer modificada. Es un medio patético pero probable de lograr la libertad declarando la impotencia. Claro que eso es más fácil para un octogenario que para un sesentón con novia, pero ahí están, juntos otra vez en el método, Pinochet y Chinochet, en el intento de gambetear la reja con la coartada de la ignorancia y el olvido.
En eso, en impotencia manifiesta ha terminado aquí la candidatura de sus apoderados: un bailongo entre triste y grotesco, donde hasta la señora Satomi Kataoka aprovecha su estadía en el Perú para explorar el ridículo. Hace el avioncito, toma el avión. Hoy por hoy los fujimoristas en campaña no constituyen ni siquiera una fantasía de poder sino una cercanía embarazosa.
Pero no hay razón para celebrar.
Porque mientras se esfuma (por lo menos por ahora) la amenaza fujimorista, surge otra más peligrosa aún para la democracia peruana: el humalismo.
Sostengo que el humalismo es más peligroso que el fujimorismo porque éste es conocido en su trayectoria, sus métodos y sus trucos. Aquél, como sucede con los virus nuevos, engaña las defensas, confunde los entendimientos y hasta seduce a alguna gente de ambiciones largas, entendimientos cortos y moral complaciente.
Hace menos de seis años las fuerzas democráticas en el Perú llevaron a cabo, no en un solo día sino en varios meses, las acciones que culminaron en la caída del fujimorato. Tomó ocho años librarse de una dictadura corrupta que en determinado momento consiguió apoyo popular mediante las usuales falacias de ley, orden y eficacia que manejan los regímenes autoritarios y especialmente los fascistoides.
No fue fácil terminar con el fujimorato. Fue indispensable lograr, entre otras cosas, una coalición amplísima de todas las fuerzas democráticas, desde empresarios hasta la CGTP; desde el PPC hasta los comunistas; desde jubilados hasta estudiantes; desde fuerzas nacionales hasta regionales. Y fue vital que todas se movilizaran con entrega, persistencia e intensidad y fueran convocadas con imaginación, originalidad y fuerza. Que sintiera la gente un liderazgo unificado, decidido y sin miedo alguno frente al que se consideraba entonces muy poderoso enemigo.
Aun así, lo digo ahora, la victoria fue casi por puesta de mano. Montesinos pudo haber ganado. Y no hubiera sido imposible, para nada, que ahora estuviera preparando otra re-re-reelección o entrenando a una nueva marioneta, tipo Boloña, para hacer una pantomima de transferencia de poder.
Y no estuvo a punto de ganar solo por tener la fuerza (que era ciertamente un factor), sino sobre todo por el porcentaje de oportunistas y corruptos listos a allanarse y violar la palabra y la verdad en la esperanza de conseguir un beneficio. La siempre reencarnada alcahuetocracia, presta a posar las veinte uñas, a contorsionar hasta el sofisma, si de ello emergía la posibilidad, y a veces solo la ilusión, de cercanía o beneficio.
La democracia empezó bien. Valentín Paniagua entró al gobierno de transición, si no me equivoco en el recuerdo, con alrededor del 50% de aprobación y entregó el poder con más del 80% de aprobación. Y eso fue porque hizo lo que es de esperar que haga un gobernante democrático. Luego, el régimen de Toledo asumió el rostro del presidente piñata y la bancarrota política se dio junto con el crecimiento económico.
En ese contexto creció el fascismo humalista. Y digo fascismo porque tiene todos los elementos que así lo definen: la movilización de reservistas; el uso en la vida civil de parafernalia militar; el discurso racista, violento, excluyente, azuzador de viejas frustraciones e iras nuevas, dándoles enemigos concretos a quienes odiar, por raza, apellido, ocupación; el culto al líder; los esquemas corporativos que requieren verticalidad, represión y tiempo para realizarse; el simplismo intelectual que solo se sostiene con la cachiporra o la pistola en la mano; la agresividad gritona y matonesca en la competencia política.
Cierto que Ollanta Humala mantuvo alguna distancia (generalmente muy poco convincente) de los mayores excesos de su hermano Antauro. Pero nada hubiera logrado Ollanta sin Antauro, que le hizo una campaña de cinco años, completada con un levantamiento sangriento, mientras aquel alimentaba el mito con la lejanía.
Con el hermano en la cárcel, Ollanta Humala se presentó como la versión light de la panaca fascista, lo suficiente como para cortejar a la alcahuetocracia y que ésta pudiera disfrazar su ambición con alguna retórica seudo nacionalista que baraja mal el hambre de poder y sus privilegios.
Pero la entraña autoritaria de Humala no está manifiesta solo en su origen y estructura sino en quiénes lo apoyan, en el Perú y fuera de él. Cualquiera que haya recorrido el Perú puede percatarse de la extensa maquinaria política y propagandística del humalismo. ¿Y de dónde salen los recursos? “Solo Dios lo chávez”, me dijo un antiguo político. Hay un apoyo claro y explícito del dictador venezolano a su cachorro peruano. Y Chávez, que aprendió de los errores de sus maestros Fujimori y Montesinos, amenaza con la perpetuidad de su gobierno en Venezuela. ¿Podemos pensar que Humala no hará lo mismo y aun más? ¿Podemos pensar que el capitán Carlos va a manejar el Perú con más justicia que la que utilizó en Madre Mía?
En medio de un proceso de crecimiento que solo se mantiene por la estúpida ceguera de los partidos democráticos, que buscan hundirse entre sí mientras se olvidan del enemigo que entre tanto se desarrolla, ya campean los oportunismos y complicidades. Altos mandos militares (muy altos, de hecho) conversan con Humala por lo bajo y cooperan con él ya hasta por el medio. El sueño del régimen cívico-militar está cercano. Qué decir de generales hipermontesinistas, como Abraham Cano Angulo, el antiguo protector de Humala, que debe sentir la posibilidad de triunfo de su protegido no solo como pasaporte a la libertad sino de retorno a cuotas aceptables de poder.
Algunos diplomáticos que en el pasado le doblaron la rodilla a Hermoza ya están buscando canales y ofreciendo colaboraciones. De otro lado, y por increíble que suene, gente de Perú Posible, nada menos, colabora también con el humalismo.
Por último, la ceguera o la cortedad de juicio de algunos políticos e intelectuales, que presentan la próxima elección como una confrontación entre una supuesta “derecha” y otra más supuesta “izquierda”, en lugar de un plebiscito entre democracia y dictadura, le abona el camino al humalismo.
¿Alarmista? Para nada. La democracia que tanto costó conquistar se encuentra en serio peligro ahora. Estamos todavía a tiempo de defenderla y de conjurar la amenaza, pero eso depende de una decisión conjunta y mayoritaria de las fuerzas democráticas en el Perú.
¿Cómo? Hay muchos pasos que se pueden y deben dar, y volveré sobre ello. Pero lo inmediato es centrar el discurso en el enfrentamiento democracia-dictadura.
Soy consciente de que este artículo se acerca más a la proclama que al análisis o comentario. Pero he visto lo que hacen las dictaduras con el periodismo y la libertad de expresión. Sin democracia no hay periodismo libre. Y prefiero mil veces proclamar el peligro ahora que asistir después al comienzo de un largo y doloroso invierno autoritario, mientras se escucha a alguna gente engañada que sigue el coro de idiotas y bribones que gritan, “¡vivan las cadenas!”

Alan fujimorizado
Fernando Rospigliosi
Perú.21, 19 de marzo del 2006

Los izquierdistas que respaldan a García cierran los ojos ante esta realidad, igual que los que apoyan a un acusado de violar los derechos humanos como Ollanta Humala.
No es exacto lo que han dibujado algunos caricaturistas en el último tiempo: un Alan García recargado danzando alocadamente bailes juveniles. En realidad, el cambio significativo del candidato aprista es su notoria fujimorización.
REFLEJOS AUTORITARIOS. Probablemente sea más por desesperación y oportunismo que por auténtica convicción, pero el hecho es que García ha copiado muchas de las cosas que Alberto Fujimori ya hizo.
Disolver el Congreso. Esta semana lo ha vuelto a repetir. Su argumento es que no va a dejar que el Congreso obstaculice su trabajo, que es más o menos la misma fundamentación que utilizó Fujimori el 5 de abril de 1992. Su intención es aprovechar el enorme desprestigio del Parlamento -descrédito al que ha contribuido entusiastamente la voraz bancada aprista- para ganar votos.
El disfraz constitucional que intenta dar a una medida dictatorial es una falacia. La Constitución solo permite disolver el Congreso si es que este censura dos gabinetes, cosa que nunca ha ocurrido y difícilmente sucederá. Pero García no se pone en ese caso sino que sostiene que cerrará el Parlamento si este obstaculiza su política.
Con esto muestra un talante autoritario -él cree que eso sintoniza con mucha gente y probablemente tenga razón-, y descubre un asunto esencial: Alan García no ha cambiado nada, su desmesurada ambición de poder lo lleva a adoptar cualquier posición con tal de conquistar simpatías electorales.
Por lo demás, una de las pocas cosas que se reconoce a García es que fue un demócrata. En todo lo demás fracasó. Ahora él mismo se está encargando de liquidar una de sus escasas virtudes como gobernante.
Tribunales sin rostro. Cómo será de absurda y aberrante esa propuesta, que hasta el presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, un general del Ejército, la ha criticado. La decana del Colegio de Abogados de Lima ha destapado la inconsistencia de la propuesta señalando que durante la peor época del terrorismo, ningún juez fue asesinado por ellos, como sí ocurrió en otros países.
En todo caso, hoy día ese no es un problema, es decir, los jueces no fallan equivocadamente porque tengan miedo a delincuentes o terroristas, sino porque son incompetentes, corruptos o ambas cosas. Establecer un sistema de jueces sin rostro agravaría hasta el infinito el problema, en lugar de resolverlo. Los incompetentes y corruptos podrían sentenciar con toda impunidad, porque nadie sabría quién emitió esa condena.
Por último, ese es un sistema inconstitucional que ya causó muchos problemas en el Perú. Los juicios efectuados en la década pasada a terroristas y delincuentes comunes, realizados en tribunales militares sin rostro, han sido anulados y han tenido que repetirse, con la enorme sobrecarga que eso representa para el Poder Judicial. Con el peligro, además, que los reos pueden obtener la libertad alegando que los plazos para juzgarlos se han vencido, como estuvo a punto de ocurrir con ‘Momón’ el 2003.
Pena de muerte para violadores y terroristas. En la misma línea que lo anterior. Podía adoptarse una medida drástica como la pena de muerte en una situación de emergencia, como en el apogeo de la barbarie terrorista, pero es ridículo plantearla ahora, cuando ese problema no tiene ni de lejos la misma importancia.
Una pregunta que nadie hace todavía a García es ¿por qué no aplicó eso en su gobierno? Como se recuerda, en este aspecto el gobierno de García fue un desastre total. Los terroristas entraban y salían de las cárceles como por su casa. Él tenía el Ejecutivo y mayoría en el Congreso. ¿Por qué fracasó completamente?
Había propuestas e ideas razonables. Una era formar tribunales especiales para terroristas, con jueces escogidos, que contaran con la debida protección, ganando un salario especial y adecuadamente preparados. De hecho, hubo jueces que viajaron a Alemania e Italia para aprender de la experiencia judicial antiterrorista de esos países, pero se les desaprovechó.
En suma, una de las tantas cosas en las que fracasó el gobierno aprista fue en este tema. Y ahora, tratando de refugiarse como siempre en la mala memoria de los peruanos, García recurre a fórmulas autoritarias, utilizadas por Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, y también fracasadas. Esta estrategia electoral del candidato aprista no ha nacido ayer, como lo demuestra que incluyera en su fórmula al almirante Luis Giampietri.
Los izquierdistas que respaldan a García cierran los ojos ante esta realidad, igual que los que apoyan a un acusado de violar los derechos humanos como Ollanta Humala. Se repite la historia de 1990, cuando todos se volcaron en masa a defender y secundar a Alberto Fujimori, con los resultados conocidos.
VALENTÍN DESCARGADO. A estas alturas el Frente de Centro, que encabeza Valentín Paniagua, tiene que luchar desesperadamente por superar la barrera del 4%. Su opción al triunfo ya se evaporó. ¿Cómo el excelente presidente de la transición se desdibujó tan rápidamente?
Cometió varios errores. El primero, establecer una alianza percibida -según las encuestas- como de derecha, desechando la posibilidad de unión con los partidos de Susana Villarán y Yehude Simon. Así, el Frente de Centro es solo una etiqueta que carece de contenido.
El segundo, volver al regazo de Acción Popular. Una de las virtudes de Paniagua presidente fue constituir un gobierno plural y de primer nivel, con algunos miembros de AP. Inexplicablemente Paniagua candidato se convirtió en prisionero de un partido que no se ha renovado y que arrastra todos los vicios que la mayoría de la población rechaza.
El tercero, no tomar como banderas los temas que hicieron que su gobierno fuera respetado y reconocido. Aunque últimamente ha sido blanco de muchas críticas, Paniagua hizo muchas cosas bien:
Elecciones limpias y transparentes. Era su principal responsabilidad y la cumplió acertadamente. No era fácil después de cinco procesos electorales fraudulentos bajo el fujimorismo, organizar comicios pulcros en tan poco tiempo. Paniagua lo hizo, mostrando una capacidad que por lo general no se le reconoce.
Lucha contra la corrupción. Obtuvo logros espectaculares, únicos en la historia del Perú. Nunca tantos sinvergüenzas de tan alto nivel fueron procesados y terminaron en la cárcel como en su breve período. Tuvo el valor, la entereza y la capacidad para conseguirlo.
No era sencillo, teniendo en cuenta que el Poder Judicial y el Ministerio Público estaban completamente podridos, y que el Congreso era el mismo de los tránsfugas comprados por Montesinos. Pero el gobierno de Paniagua pasó las leyes necesarias, creó la Procuraduría Anticorrupción, el sistema judicial anticorrupción y empezó con vigor los procesos.
Vinculado a lo anterior, Paniagua es un hombre íntegro y recto y su gobierno lo fue también. No estuvo salpicado por escándalos ni corruptelas.
Comisión de la Verdad y Reconciliación. Paniagua se atrevió a hacerlo, a pesar de las presiones en contra. Es verdad que este es un tema controvertido, pero el excelente trabajo de la CVR fue abandonado por casi todos los políticos. También por Paniagua.
Resulta increíble que un individuo como Ollanta Humala, rodeado de corruptos y sinvergüenzas, con una trayectoria oscura y sinuosa, aparezca en las encuestas como el más capaz de luchar contra la corrupción en el Perú, mientras Paniagua se ubica al fondo de la tabla en este tema.
Eso no solo se debe a la ignorancia de muchos y a los impulsos primarios de los que creen que Ollanta hará lo que Antauro prometió, fusilar a medio Perú, sino a errores de la campaña de Paniagua. No quiso o no pudo transmitir la idea de lucha contra la corrupción.
De igual manera, resulta chocante que un acusado de violar los derechos humanos como Humala asuma ahora con todo cinismo las conclusiones de la CVR mientras Paniagua enmudece.
La ‘izquierdización’ de Paniagua en temas económicos las últimas semanas no le ha redituado nada en términos electorales. Su caída ha continuado.
Es una pena que un político íntegro como hay pocos y buen ex presidente obtenga tan pobres resultados.
Editorial: Llegó la hora de poner la democracia por delante
El Comercio, 20 de marzo del 2006

A la luz de la última encuesta de El Comercio, preparada por Apoyo, no podemos dejar de considerar que el país está en un punto de quiebre: se da la posibilidad de que un candidato sin credenciales democráticas llegue al poder y acabe con el sistema democrático.
Así, lo delicado de la situación obliga a quienes propugnamos el Estado de derecho como cimiento político de nuestra vida en sociedad que actuemos, antes que nada, con sensatez.
No es momento de recriminaciones ni mucho menos de derrotismo. Es momento de levantar la cabeza con coraje e inteligencia y de empujar el coche de la democracia sin distinción de preferencias partidarias. Es momento, en el par de meses que quedan para la segunda vuelta –que será la decisiva–, de demostrarle al país que la autocracia no genera crecimiento ni bienestar a largo plazo. Es momento de recordarles a quienes están confundidos que el retraso de nuestro país se debe en gran parte a gobiernos no democráticos que nos llevaron al descalabro económico y permitieron que países como Chile nos despuntasen.
¿Pero cómo explicarles a muchos de aquellos peruanos lo que pueden perder si sienten que no tienen nada que perder? ¿Cómo hacer para convencer a quien se siente ya en el despeñadero que la solución no está en dar un salto al vacío? ¿Cómo convencerlo de no tirar por la borda cinco años de crecimiento, el más sostenido de los últimos 50 años? ¿Cómo demostrarle al que solo le queda rabia, que aquel voto de protesta que le sale del hígado solo le traerá más pobreza?
Solo un gran esfuerzo conjunto de la ciudadanía comprometida con el orden democrático ayudaría a cambiar esta desacertada percepción. Así, los políticos deberán defender en forma solidaria las virtudes del sistema democrático, aun por encima de sus candidaturas (y enfatizamos lo de ‘por encima’).
Por su parte, los ciudadanos deberán poner su inmenso grano de arena y demostrar que el bienestar de todos los peruanos sí es su problema. Que están dispuestos a poner el hombro por los demás peruanos, por más iluso que esto suene. Y es que eso es patriotismo y es también la única salida a este estancamiento de décadas.
En cuanto a la prensa, deberá empezar por dejar de inundar el país de pesimismo. ¿Cómo pedir que se vote por un sistema político en el que, según la gran la mayoría de medios, todo es malo? En el que prácticamente todas las autoridades –ni las más prestigiosas y honorables se salvan– son tildadas de corruptas. En el que se hurga en la noticia para priorizar su parte negativa. No nos sorprenda, entonces, que gran parte del país quiera votar contra ese esquema de gobierno pesimista, corrupto y derrotista que los medios –unos menos y otros más– hemos contribuido a exacerbar como cierto.
No se trata, tampoco, de agredir o lanzar una guerra sucia contra quienes tienen puntos de vista opuestos. La democracia es tan noble y transparente que permite incluso agredirla o limitarla, si la voluntad popular así lo decide. Esa es una de sus grandezas y también una de sus debilidades.
Aunemos esfuerzos para, con energía y sin derrotismo, asumir nuestra responsabilidad como demócratas y demostrarles a todos los peruanos que hay salidas, pero ninguna fácil. Señalarles que, eso sí, para que cualquiera de ellas sea sostenida y a largo plazo, requiere darse en democracia. Hacerles entender que nuestra historia está llena de soluciones facilistas y demagógicas que terminaron irremediablemente en el fracaso.
Como vemos, ha llegado el momento de actuar decididamente por la democracia. Lo instamos a dar el paso.

Written by Michael Ha

March 20th, 2006 at 6:00 am

Posted in Political Parties

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