40. Cruce de caminos en los cafés de la vanguardia latinoamericana. 2006

Hace seis meses, en abril, empecé este itinerario de viaje. “La última niebla”, de María Luisa Bombal, fue el punto de partida. Hoy, luego de la lectura del capítulo titulado “Locating the Future in Los siete locos”, del libro “The Avant Garde and Geopolitics in Latin America”, de Fernando Rosenberg, llego a mi destino.

Hice 38 paradas en este recorrido: algunas más afortunadas que otras, algunas más lucidas que otras. Sin embargo, siento que en el camino varios conceptos se esclarecieron, algunas presunciones se confirmaron, otras intuiciones se problematizaron o se mostraron como falsas. Sobretodo, puedo decir que conozco mejor el campo literario latinoamericano y colombiano de principios del siglo XX. Creo que he llegado a problematizar de manera más fecunda la interacción entre café y vanguardia en las sociabilidades y las tertulias de los años 20 en Colombia.

Hablaba, hace seis meses, de espacio y tiempo en el texto de Bombal. De espacios fantasmales y tiempos imposibles de medir. El café vanguardista, pienso, es un símbolo de esa ambivalencia, de esa pluralidad de registros. El escritor vanguardista encuentra en el café un trasunto de esa “nueva” manera de decir que sobrepasa los registros de lo real, y se impone un mundo nuevo hecho de voces que se solapan en un ambiente denso de interacción. Roberto Arlt, en sus cafetines y boliches; Macedonio Fernández, en sus tertulias con Borges; Luis Vidales, en sus ensoñaciones de ruidos metálicos en el café Windsor, perciben atentos ese llamado de la musa en la euforia de las conversaciones: “the writer”, dice Rosenberg, “is an intermitent figure whose vantage point doesn´t lie outside the system in contemplation of overarching vistas, but exists inside simultaneous overlapping temporalities, whitin the bricolage of superimposing voices”.

El café vanguardista, en este orden de ideas, es un espacio difícil de situar bajo una lógica cartesiana. Entrar a este café es resituarse en un orden diferente al de la sucesión logocéntrica. Público y a la vez privado, según hemos dicho, en él se reproducen los centros y las periferias de la ciudad, con individuos solitarios que maquinan una poesía desconocida y hermética, a la manera de Omar Cáceres, y otros que defienden su magisterio desde las mesas principales, como León de Greiff. Espacio de intersecciones múltiples, el café revela en su esencia, entonces, las características principales de la novela vanguardista, como “Los siete locos” de Roberto Arlt: “In its persistent piercing/crossing of conceptual borders between private and public, subjectivity and culture, national and international politics, center and periphery, spectacle and revolution, the novel suggest that there is actually no privileged arena of political action, and that the field of resonance of this action is always indeterminate”.

La producción que emerge de estos lugares, en consecuencia, no puede ser, ni mucho menos, mimética. Las preguntas por la verosimilitud, por los diferentes tránsitos entre realidad y ficción, fueron claves para varios escritores de la vanguardia en Latinoamérica. Se trata de elucubrar en el café una nueva realidad que revele esas porosidades, como Macedonio, como Borges, como Vidales. El lector, recordemos, es un personaje activo en el Museo de la Novela de la Eterna; a su vez, un personaje de Vidales dice: “hagamos un cuento”; también la rosa inalcanzable de Borges, que luego, en otro poema, se convertirá en el tercer tigre, “que no está en el verso”. Son instancias de esa especie de magia transgresora de la literatura, que nos enseñó Cervantes: “the metafictional inquiry into the rules of verisimilitude that made various kinds of avant-garde literature stand in opposition to mimetic assumptions”.

En suma, alcanzamos a percibir, en estos seis meses, algunos de los alcances de la imbricación del café en los avatares de la vanguardia en Colombia y Latinoamérica. Sin embargo, no hemos descubierto aún sus profundidades críticas y su desarrollo. En seis meses, quizás, tendremos más respuestas (y seguramente más preguntas). Esperamos con ansia ese momento.

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