Peru Election 2006

The archived version

Carlos Tapia on Ollanta Humala’s Undemocratic Values

without comments

Carlos Tapia is a respected expert on counter-insurgency issues, and he served on the Peruvian Truth and Reconciliation Commission. In this essay he suggests that Humala’s conception of politics is informed by the logic of internal conflict. Accordingly, elections are battles, and competitors are enemies.


La democracia, el flanco débil de Ollanta
Por Carlos Tapia
La Republica, 26 de enero del 2006

Contra lo que la mayoría de sus detractores sostienen, no es en el terreno del manejo macroeconómico donde podrían presentarse las dificultades y desaciertos de un eventual futuro gobierno de Ollanta Humala. Los fantasmas de la inflación, falta de divisas, grave déficit fiscal o endeudamiento irresponsable ya son parte de una práctica gubernamental fracasada y condenada por la historia. Aunque con experiencias dolorosas, todos hemos aprendido que la economía debe manejarse responsablemente. Si no, preguntémonos: ¿en qué país –no solo de Latinoamérica sino del mundo– de los países emergentes, por ejemplo, no se controla la inflación?
Tampoco es cierto que se ahuyentaría a la inversión extranjera debido a un discurso nacionalista y a la propuesta, racional y fundamentada, de imponer nuevos impuestos a la sobre ganancias de las grandes empresas que explotan nuestros recursos. Al respecto, habría que recordar que la campaña de Evo Morales y el MAS boliviano a favor de aumentar los impuestos a las transnacionales del sector hidrocarburos ha tenido un rotundo éxito. Ninguna de estas empresas se ha ido de Bolivia, como se amenazaba en una febril campaña llevada a cabo por los defensores de oficio del gran capital, y, por el contrario, la renegociación de los contratos se ha consolidado.
Tanto Gonzalo García como Félix Jiménez, responsables del Plan de Gobierno y la comisión de Economía respectivamente, son profesionales de alta calificación académica que nadie se atrevería a poner en cuestión, ni son estatistas ni sus propuestas económicas buscan llevar al país al borde del precipicio. Sí, en cambio, tienen ideas y propuestas para desarrollar nuestra economía e integrarnos a la globalización de una diferente manera. De la manera que favorezca a todos los peruanos y no solo a determinados grupos.
Sin embargo, es en el terreno de la democracia, los derechos humanos, el peso de lo militar y la tentación autoritaria donde no pocos muestran una legítima desconfianza. Así, no está suficientemente claro el zanjamiento de Ollanta con las tesis originarias del núcleo ideológico-familiar, con el contenido étnico y racista que cubrió el conjunto de las elaboraciones teóricas a favor de un peculiar proyecto nacional. No bastan las tibias declaraciones que buscan distinguir la familia de la exitosa candidatura. Pero, quizás, el más grave flanco débil de Ollanta reside en que todavía no ha logrado deshacerse de una comprensión de la política teñida por la lógica de la “guerra interna”. Así, pareciera que para Ollanta la contienda electoral se asemeja a una “batalla” en la que tiene que combatir a un “enemigo” (toda la clase política, los medios, etc) al que hay que “derrotar” y con el que no solo no cabe convergencia o entendimiento alguno, sino, tampoco, intercambiar ideas o polemizar. Si para Clausewitz la guerra era la continuación de la política por otros medios, pareciera que para Ollanta fuera al revés. ¿Es que no fue obligatoria la lectura de Gramcsi en la Católica o la Sorbona?
De otro lado, se ha visto obligado a establecer una alianza con la UPP porque no logró inscribir a tiempo su Partido Nacionalista. Pero, para su particular compresión de la política, la organización partidaria debiera ser solo un requisito o instrumento al servicio del líder; disciplinada y útil para llevar a cabo su estrategia. En realidad, no comprende el porqué de la necesidad de la democracia interna. Todavía no se da cuenta de que la estructura y funciones de un Estado Mayor –la de solo informar, asesorar y cumplir las tareas emanadas de la decisión del Comandante– no son compatibles con una organización política para la lucha democrática. Sí, en cambio, con cualquier proyecto autoritario. Por eso, el desorden partidario y la insurrección de sus bases. Curiosamente, no toma conciencia de lo extraño que suena referirse a él mismo en tercera persona, por ejemplo, cuando ante una pregunta del periodista, contesta “al comandante Ollanta no le parece… etc”. O, peor aun, cuando, por ejemplo, con ocasión del imprevisto viaje y detención de Fujimori a Chile, firma un comunicado del Partido Nacionalista en el que se lee “El comandante Ollanta Humala no permitirá que el prófugo Fujimori sea candidato… etc”.
Es verdad que ha logrado, hasta ahora, mantener una relación de afecto con las mayorías de los sectores marginados del interior. Que para muchos es la única esperanza para dar fin a este régimen de privilegios e inequidades, y que por lo tanto, su apoyo crece cuanto más ataques son lanzados por quienes buscan mantener el status quo. Pero la modestia que reclama para su candidatura debería comenzar reconociendo y enmendando sus errores. ¿No es el momento de volver a leer a Sun Tzu?

Written by Michael Ha

January 26th, 2006 at 12:25 pm

Spam prevention powered by Akismet