Peru Election 2006

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Interview with Cesar Hildebrandt

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César Hildebrandt: “El poder no va a cambiar de manos”
Por Elizabeth Cavero
La Republica, 9 de abril de 2006

Como pocas veces antes, César Hildebrandt nos dejó ingresar a la intimidad de su hogar y, también, al fondo de sus siempre polémicas opiniones políticas. De paso, nos dio una buena y una mala noticia. La buena: regresa pronto a través de la radio. La mala: será después de la segunda vuelta.
–¿Considera –tal como se ha dicho– que esta es la campaña más sucia que hemos conocido?
–Mugrienta, pero sobre todo huérfana de ideas y de muy bajo nivel intelectual. ¿Qué es un candidato? Un candidato es una persona que sondea la opinión pública, escarba entre las urgencias y las angustias, establece prioridades de necesidades por locación y luego va a cada locación y ofrece lo que la gente necesita sin ninguna responsabilidad y sin ninguna… digamos, punibilidad. Sabe que lo que promete está en el aire y que no lo va a poder cumplir porque no hay presupuesto y que ni siquiera tiene un programa de prioridades. Eso es un candidato en el Perú: básicamente un producto del márketing y del fraude voluntario.
–¿Qué ha sentido al tener que observar esta campaña sin una tribuna?
–Me he sentido mejor que nunca.
–¿Por qué?
–Porque mirando a la distancia, sucede lo que pasa con los cuadros impresionistas: adquieren mucha más nitidez y forma. La cercanía con la escena, quizás, a uno lo aturde.
–¿Es difícil estar en el día a día viendo todo lo que ocurre y tener que salir ante cámaras?
–Es difícil, sí. Es difícil no equivocarse casi a diario y es muchísimo más cómodo mirar las cosas desde este vengativo balcón veneciano en el que estoy.
–Y desde ese punto de vista, ¿cree usted que, gane quien gane, el poder va a cambiar de manos? En el fondo se trata de buscar una mejor redistribución.
–No, el poder no va a cambiar de manos. En este país la democracia tomada en rehén por la oligarquía, sigue siendo demasiado débil como para deshacerse de sus ataduras y de sus amos. Seguiremos viviendo esta democracia formal que no tiene ningún correlato con las oportunidades y con la economía.
–¿Por qué no podrían cambiar las cosas?
–Porque tendríamos que, auténticamente, rehacer el país; regresar a aquello que fundó la democracia tal como se entiende contemporáneamente: la meritocracia. La democracia, al final de cuentas es un gobierno relativamente masivo, aun la democracia representativa, pero que está nutrido del concepto básico del mérito como factor de movilidad social. Aquí se derogó la meritocracia y ese día se jodió el Perú.
Prensa y lecciones
–Los medios de comunicación no aprendieron de la lección de 1990. Todos estaban convencidos de que el candidato Mario Vargas Llosa era la opción y la respuesta de la gente fue rechazar al candidato de los líderes de opinión.
–Sí, como ha dicho Mirko Lauer, los medios de comunicación han demostrado su total impotencia para imponer candidatos y sobre todo su impotencia para demoler candidatos.
–¿Podrían haber actuado de otra manera, a la luz de lo que pasó en 1990?
–Hombre, sí. Podrían haber actuado como periodistas y no como piratas de candidaturas diversas.
–Usted fue de los que apoyó a Vargas Llosa en 1990.
–Totalmente.
–¿Se incluye usted en el anterior análisis crítico?
–No me incluyo y le voy a explicar por qué. Lo que yo hice en el noventa fue denunciar que Fujimori era un ladrón y lo hice con pruebas. Fui el único que aportó pruebas de que Fujimori era evasor de impuestos en 34 transacciones inmobiliarias. En cada una de ellas había evadido impuestos. Fue el único que dijo, con pruebas, que el señor había cometido un desfalco, presunto, como rector de la Universidad Agraria, y fui el único que habló de que había sido favorecido con Pampa Bonita, un fundo de 12 hectáreas, sin merecerlo, fingiendo ser campesino. De tal modo que en mi programa se retrató al Fujimori que luego todos conocimos, pero que su periódico no quiso conocer en ese momento.
–En esta campaña precisamente es mi periódico el que más investigación y menos grito ha publicado.
–Sí. La República –ya lo he dicho, no es la primera vez– es uno de los pocos medios, el único escrito por lo menos, que ha hecho una campaña periodística cubriendo todas las candidaturas y tratando de hablar de hechos, y creo que es el único periódico que se ha comportado como tal en toda esta campaña.
–¿Y qué piensa de programas de televisión que sí han tenido a todos los candidatos, como el de Magaly Medina, por ejemplo?
–Yo pienso que por el programa de Magaly han desfilado variadas hipocresías. Las más zalameras y amelcochadas que uno se puede imaginar. He visto ahí a los candidatos hablando de vidas privadas que no existen, he visto ahí romances otoñales que se mantienen –todo entre comillas–, he visto amabilidades que estoy seguro que no son reales, en fin, he visto un desfile de íconos marketeros dando su mejor cara.
–¿Debemos pensar que esto no fue gratuito o que simplemente fueron entrevistas poco incisivas?
–No, yo creo que ahí desfilaron para demostrar cuán humanos son, y cuán cálidos pueden ser. Y realmente, lo que demostraron es qué actores y qué actrices son estos señores. ¡Qué nivel, Dios, de manejo de escena!
–¿Y si usted hubiera podido hacer esas entrevistas…?
–No estoy fuera de la televisión por gusto. Estoy fuera, precisamente, porque no encajaba en ningún libreto, y sigo no encajando y, es más, aspiro a no encajar, en algo como esto.
–¿Qué hay del programa de Laura Huarcayo, por el que han desfilado los candidatos para bailar, cantar…?
–¿Quién es Laura Huarcayo?
–De acuerdo…
–¿No es Laura Huancayo?
–”Huaracayo”, es su verdadero apellido.
–¡Ah! Yo creí que era un bello personaje folclórico llamado “Laura Huancayo”. ¡Qué pena lo que usted me dice!
–Me decía, entonces, que no aspira a volver a la televisión.
–A esta, no.
–Estando los actuales directivos, se compromete usted a no volver.
–(Reflexivo) Con esta situación, Dios… Realmente sería condenarme a una contradicción que mi biografía, digamos, no podría tolerar, ¿no? Regresar a esta televisión, con estos dueños, es imposible para mí. Mmm… prometo no hacerlo, desde luego, y puede usted tomar mi palabra. Puedo intentar hacer cualquier otra cosa ajena a la política para sobrevivir, pero política en esta televisón es simplemente infectarse, reinfectarse.
–Anunciaba hace poco que tenía un proyecto de radio.
–Sí, estamos en un proyecto para lanzar un programa en Radio San Borja. En este momento estamos en el proceso de darle más potencia al transmisor de Radio San Borja para que su cobertura metropolitana mejore ciento por ciento. Están construyendo una antena de 125 metros, para que el transmisor llegue a toda Lima.
–Entonces es una cuestión técnica, pero el espacio ya lo tiene.
–Es una cuestión técnica, el espacio está dado, los dueños están sumamente interesados. Sería un programa de nueve y media de la mañana a once.
–¿El formato es el de las entrevistas o incluye reportajes?
–Incluye reportajes, investigación, entrevistas y todo lo que puede haber, pero con la gracia de que sería por radio, que en realidad hasta vendría a ser un medio más apropiado para envejecer sin testigos, ¿no?
–¿Saldrá para la segunda vuelta?
–Para después de la segunda vuelta.
–¿Se animaría a hacer alguna predicción sobre la conducta de los medios de comunicación para la segunda vuelta?
–No me atrevería. Lo que quisiera es formular un deseo: que la prensa deje de ser prensa de trinchera. La verdad, es que la gente lo agradecería también. La gente lo que quiere es reflexión y serenidad, no una sumatoria de odios. Odios de candidatos y de medios de prensa que se convierten en un espeso puré de pasiones, donde alguna presa de ideas será ínfima.Parece, pues, la paila de El Frontón.
Paternidad redescubierta
–Tengo entendido que con Rebeca también ha vuelto a la paternidad…
– Sí, Rebeca tiene una hija de cuatro años muy linda, que se llama Elia. Y en algunos casos no estoy “volviendo” sino “descubriendo”, porque cuando fui padre fui tan adicto al trabajo y con tantas obligaciones y, seguramente, tan irresponsable, que me perdí muchas gracias, muchos debuts, muchas primeras frases de mis hijos. Ahora, las disfruto, como una especie de padre–abuelo en simultáneo.
–¿Padre–abuelo?
–(Ríe) Es una manera un poco masoquista de decirlo. Ya sabe que tengo una tendencia a ser un poco implacable conmigo mismo.
–¿Y ha descubierto también que en esos pequeños espacios radica mucho del valor de la relación con los hijos?
–Siempre lo supe, no tengo la menor duda de eso. Nadie me puede reprochar no haber sido un padre irreprochable en el sentido elemental de la palabra. Ya sé a dónde va su pregunta: mi hijo (César) ha seguido su camino y yo sigo el mío.
–No intento meterme más allá.
–No, no, es que no se mete en nada invasivo, ni en nada explosivo, ni en nada minado. Mi hijo sigue su camino y yo sigo el mío. Mi hijo es tan parricida como yo lo tuve que ser, lo comprendo, lo entiendo perfectamente, nos reencontraremos en la vida.
El amor de nuevo
–¿Cuánto tiempo lleva con Rebeca (Diz, su pareja)?
–Tres años.
–Me imagino que ha traído felicidad a su vida, pero dígamelo usted.
–(Sonríe) Bueno, si no trae felicidad, qué puede traer el amor.
–Compañía, una inteligencia con la cual compartir…
–Trae todo, pues, todo eso y un intangible que es innombrable, un intangible que no se puede verbalizar. Ese intangible que no se puede verbalizar es el secreto del amor, porque todo lo que se puede nombrar se banaliza nombrándolo. Y lo que no se nombra, lo que es tácito, lo que es tibio pero no pronunciable, eso es el amor. Como diría un huachafo poeta peruano, “lo inefable”.

Written by Michael Ha

April 9th, 2006 at 6:00 am

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