Notas a La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político de Diego Sztulwark (2)

Estas son (otras/más) ideas desparpajadas sobre la cuarta sesión del ciclo de lectura sobre La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político de Diego Sztulwark que Ana Vivaldi organizó para el VK. Presento algunas reacciones a la productiva charla que se tuvo el jueves con Diego Sztulwark luego de leer la mayor parte del libro.

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Pensar desde la crisis no es pensar sobre la crisis. Hay, al menos para mí, un saber desde la crisis que es similar a la suspensión —o el paso hacia atrás— de la infrapolítica, a la exposición de la inestabilidad de cualquier verdad fundacional de la anarqueología, a la imposibilidad de nombrar el cambio o el régimen consecutivo en el momento de  interregnum y a la semiótica de la contrapedagogía de la crueldad. Este saber radicaría en eso que Diego Sztulwark llama experiencia plebeya, que “no es la revolucionaria, porque no supone ni da lugar a una política específica, aunque sí involucra una relación explícita y desprogramada con la propia potencia, una indecibilidad de su propio lugar en relación con la axiomática del capital” (57). Así, si la existencia (y la vida) para pensarse debe(n) dar un paso atrás, no llenar los huecos del pasado compulsiva e inquisitorialmente, dudar de someterse a la fuerza del capital, desconfiar terriblemente del estado, pero también apostar por uno que sea restituidor, se debe a que sólo dentro de la sensibilidad plebeya es posible ver formas de vida que desbocan la “razón” del estado y la paranoia del capital. La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político de Diego Sztulwark ofrece, quizá, uno de los aportes más interesantes para repensar el excedente de vida (y muerte), de potencia y de deseo que ha dejado el neoliberalismo en su producción de subjetividades en América Latina (por su puesto, claro, con énfasis en la historia moderna y reciente de Argentina).

La crisis del capital no es crisis, es paranoia. La crisis del estado no lo es tampoco, es neurosis. La crisis es, entonces, el momento de los afectos, el momento de la persistencia de viejos hábitos, o la apuesta por nuevos, es casi la antesala del vuelo de la multitud en una línea de fuga. Así, el conatus al que se enfrenta lo plebeyo queda puesto cara a cara con la forma neoliberal. Si el neoliberalismo se ha encargado de forjar modos de vida, que son ese afán “que persigue una adecuación inmediata a los protocolos de compatibilidad que ofrece la dinámica de la axiomática capitalista” (38), entonces, cuando lo plebeyo no entra en ninguna compatibilidad, no desea afirmarse en la axiomática del capital, pero tampoco negarse en la neurosis del estado, sólo queda la persistencia de colectivos, de masas, de multitudes. En este colectivo, por sus lazos comunes, por su amistad, surge también un “proceso de individuación alternativo al neoliberal” (114) e incluso, un proceso multitudinario y ajeno al pueblo. Hay en lo plebeyo todas las potencias para desbaratar la política y el mercado, y aún así, lo plebeyo no se abalanza, en su reverso se suspende como “sombra y vacilación”, como “plasticidad para atravesar el caos” (136), pues el plebeyismo apunta hacia la construcción de un texto en bricolaje, un texto que invita a ser mal leído, porque el exceso de potencia de lo plebeyo no se entrega ni a la red del estado, ni al axioma del capital, sólo a la mesa del Beteleur (el Mago) donde reinan siempre diversos flujos de cuerpos de todo tipo.

Sólo en las formas de vida surge el reverso de lo plebeyo. Forma de vida, “toda deriva existencial en la cual los automatismos hayan sido cortocircuitos” (38), ese “malestar que se hace carne en el cuerpo” (38) es también una fecunda reelaboración de esas potencias latentes de la fuerza de trabajo. Así, si el sueño neoliberal es la posible adquisición y adaptación de los modos de vida, de los medios de producción para explotar a otros, la fuerza plebeya y/o el momento plebeyo, recuerda siempre que la fuerza de trabajo no está sólo condenada a satisfacer a aquellos que poseen las máquinas y los mecanismos de producción y reproducción social, sino que los dueños de éstos y las máquinas mismas se alimentan de la potencia de esas aves libres como el viento, plebeyas de nacimiento, multitudinarias por hábito. Repensar la fuerza de trabajo, como forma de vida en la crisis, invita a repensar a los anfibios del mundo, a aquellos cuerpos que entre agua y tierra, como los galeses luego de la acumulación originaria descrita por Marx, están listos para exponer su plasticidad sin detenerse tanto en el pasado y su neurosis, pero sin someterse al narcisismo de los espejos del mercado. Esto, por supuesto, implica que la ofensiva sensible no puede negar su condena a la máquina, su lucha con los modos de vida, ni tampoco negar su ruina, ni su pasado, ni su militancia, ni su fracaso, sino que aún ahí persisten líneas de fuga porque el fracaso revolucionario no agota el planteamiento de los problemas que se hicieron, ni la posibilidad de relanzar el proyecto, de promover esa imagen que diagrame el lugar común de todo aquello que escapa. Aunque, claro, en estos días, no nos queda más que saber que todo va para mal, que ni programa, ni proyecto satisfacen. Por otra parte, ahí, otra vez, late el reverso de lo plebeyo, que se sabe pesimista en la historia, pero se mantiene loco y necio en la ontología, en la materia misma de todo cuerpo.

July 29: Diego Sztulwark

Thanks to everyone who took part in last week’s discussion. It was, I thought, a very useful conversation about Diego Sztulwark’s book, La ofensiva sensible, which, in combination with the other preparatory readings and discussions over the past few weeks, should set us up for a very interesting and productive visit from Diego himself this coming Wednesday. Many thanks again to Ana Vivaldi for organizing a great series of readings and meetings. I for one very much look forward to this week’s final session.

Meanwhile, Ricardo continues his habit of writing a blog post at an ungodly hour following our Wednesday meetings. Here is his latest: “Notas a algunos fragmentos de La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político de Diego Sztulwark”.

As Ricardo puts it: “Por lo último que se lee en el fragmento de Sztulwark y por las entrevistas de Contra ofensiva sensible, uno puede intuir que a pesar de la reproducción alocada del modelo neoliberal, cada forma de reproducción social no sólo carga con su dosis de abyección, pero también con las herramientas para la recodificación de una potencia secreta que escape de la lógica del estado y del capital.”

The reading suggested for this week is the third and final chapter of La ofensiva sensible: Neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político.

You may also wish to look at chapter two, as an optional, extra reading.

(Many thanks to Gwen Pare for the scanning!)

We will meet on Wednesday, July 29, from 4pm Pacific.

All this will take place on Zoom, of course. Because it’s 2020.

As always, however, feel free to join us later in the evening (from around 5:30pm onwards), without any expectation of having read the texts, and drink in hand if you so wish, for a more social check in.

Also as always, please do feel free to invite others (whether they are in Vancouver or not) to join us. Virtual Koerner’s is fully in Phase Four of lockdown, and we are delighted to see our “bubble” continuing to expand. If anyone wants to be added to the list, they can be in touch with me.

And again, we very much welcome and invite suggestions of texts, speakers, discussion topics, and so on. We especially welcome a) texts written by VK participants (short texts can be posted to our blog), and b) suggestions for linked “cycles” of sessions that might, like Ana’s current cycle, include different kinds of texts on a common theme.

You will hear information about our next cycle of meetings very shortly.

We look forward to seeing you this week.

Notas a algunos fragmentos de La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político de Diego Sztulwark

Estas son sólo algunas ideas desparpajadas sobre la tercera sesión del ciclo de lectura que Ana Vivaldi, amablemente, organizó para el VK. Anoto sólo primeras impresiones acerca de un fragmento (p. 54-72) de La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político de Diego Sztulwark

La vida es, quizá, sobre todas las cosas vulnerable. No obstante, al menos hasta antes de la COVID, y quizá aún todavía, la idea que se vende, que se come, que se lee, que se vive, es la de una vida inmunizada, invencible, blindada y accesible para todos siempre a través de la limpidez de los cristales del neoliberalismo. Para nadie era un secreto que esa vida “invencible” depende de la alienación, o habituación, a un régimen que nos engaña y nos somete, pues es “imposible eludir el mandato de ser productivos en el espacio del mercado. La voz del orden ha sido inmanentizada y actúa como compulsión a desarrollar estrategias de valorización sobre nosotros mismos, a participar activa y voluntariamente de los dispositivos de valorización mercantil” (66). Esa vida, abnegada de su propia vulnerabilidad, es el vitalismo del neoliberalismo, una compulsión. Sin embargo, siempre parece emerger una movilización de lo sensible, una escucha del síntoma, un punto en el que pasamos primero “por no entender” (68), por el que los errores se vuelven productivos, por el que las suspensiones o los pasos hacia atrás son necesarios y precisos.

Una ofensiva de lo sensible estaría en buscar potencias ocultas o ajenas a toda estrategia del neoliberalismo. Sin embargo, aunque la crítica al propio sistema neoliberal es clara en el fragmento de La ofensiva…, no es aún preciso decir que ciertos “ejercicios espirituales” vayan a diferenciarse tan fácilmente de las estrategias del coaching. Esto es, que si el neoliberalismo reconoce su coaching como un ejercicio espiritual, nosotros, los que insistimos en la tarea crítica caemos presos del juego de transparencias y equivalencias del modelo neoliberal al reconocer que nuestras prácticas no son coaching, pero sí ejercicios del espíritu. Si el neoliberalismo es la voluntad de organizar “la intimidad de los afectos y de gobernar las estrategias existenciales. Llamamos neoliberalismo, entonces, al devenir micropolítico del capitalismo, a su manera de hacer vivir” (61), entonces, las oposiciones son, en buena medida, la leña que alimenta el fuego del soplado y transparente cristal del sistema neoliberal. Por otra parte, ¿no será más bien que la contradicción también demuestra la vulnerabilidad de la vida y que esto es precisamente eso que cataliza la emergencia de las potencias?, ¿no será que la contradicción propia del modelo neoliberal ya propulsa hacia “ese no-poder, trocado en una escucha, [que] es ya signo de la elaboración procesal de una potencia” (69) y así, por tanto, el neoliberalismo nos impulsa como nos detiene?

El neoliberalismo puede ser también una intoxicación del mercado, un dopaje de su forma. No es que la forma mercado esté limpia, que sea justa o que tenga alguna forma pura o verdadera. Sino que los males del neoliberalismo son también parte estructural de la labor silenciosa del estado, de su labor por cerrar y cancelar las posibilidades en que lo sensible podía, de una u otra forma emerger. Como Guillaume Sibertin-Blanc menciona, el mercado neoliberal se satura en los procesos de acumulación alargada y así el estado interviene sucesivamente con un nuevo proceso de acumulación originaria para generar un nuevo hueco a saturar (Politique et État chez Deleuze et Guattari, 211). Así, estado y capitalismo tejen una red que mucho abarca y captura. Uno no llega de ciudadano a consumidor sin el silencio concesivo del estado. El panorama se ve terrible. No obstante, por lo último que se lee en el fragmento de Sztulwark y por las entrevistas de Contra ofensiva sensible, uno puede intuir que a pesar de la reproducción alocada del modelo neoliberal, cada forma de reproducción social no sólo carga con su dosis de abyección, pero también con las herramientas para la recodificación de una potencia secreta que escape de la lógica del estado y del capital. En estos días, hablar de contrarrevolución resulta absurdo, pero la idea de programa persiste, la potencia se equivoca, no entiende, pero aún insiste.

July 22

Thanks to everyone who took part in this week’s discussion. It was great to have more new people joining us, this week from California and the mines of New Mexico.

I was very struck by the links between our readings and discussions we have had over the past several months… the connections with themes raised by Alberto, Erin, and Patrick, for instance. And also, as I said, how timely the work of the Colectivo Situaciones feels (once again). The question they raise is the one we’ve been asking from the very start of Virtual Koerner’s: how to think within the situation, our situation being (at least in part) that of the pandemic. And I think the model of militant research, research without an object, is quite similar to what we have been (accidentally) doing here. We know how we are starting, but we don’t know where we will end up, or who “we” will be when we do…

Meanwhile, Ricardo has gotten into the habit, it seems, of writing a blog post at an ungodly hour following our Wednesday meetings. Check out what he’s written: “Situaciones del ‘profesorado’ en tiempos de COVID”. Other blog posts are here.

This coming week we continue with the series of sessions organized by Ana Vivaldi (once again, many thanks!) in preparation for the visit of Diego Sztulwark at the end of the month.

Now we begin reading texts directly by Sztulwark himself, specifically from his recent book, La ofensiva sensible: Neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político:

Optional but very much recommended are also two videos dealing with the book:

We will meet on Wednesday, July 22, from 4pm Pacific.

All this will take place on Zoom, of course. Because it’s 2020.

As always, however, feel free to join us later in the evening (from around 5:30pm onwards), without any expectation of having read the texts, and drink in hand if you so wish, for a more social check in.

Also as always, please do feel free to invite others (whether they are in Vancouver or not) to join us. Virtual Koerner’s is fully in Phase Four of lockdown, and we are delighted to see our “bubble” continuing to expand. If anyone wants to be added to the list, they can be in touch with me.

And again, we very much welcome and invite suggestions of texts, speakers, discussion topics, and so on. We especially welcome a) texts written by VK participants (short texts can be posted to our blog), and b) suggestions for linked “cycles” of sessions that might, like Ana’s current cycle, include different kinds of texts on a common theme.

We look forward to seeing you next week.

Situaciones del “profesorado” en tiempos de COVID

Weave mirror (2007). Daniel Rozin

 

Con miedo a caer en una terrible precipitación, me arriesgo a pensar sobre el rol de los que “enseñamos algo” en estos tiempos de pandemia. Sí, es cierto, se ha perdido mucho, demasiado, tal vez. Las escuelas sólo siguen contando los números de estudiantes felices, sólo se sigue pensando en la forma en que la universidad no ha sabido apropiarse de los espacios más íntimos de los estudiantes para usarlos en su contra. Cada vez con más delirio los jefes de departamento, los profesores, los decanos, cualquiera que tenga algo de autoridad pide una prueba de la energía de los estudiantes. Los modelos estudiantiles buscan mayor productividad: colegas invitan a sus clases de simulacro sólo a aquellos que piensan igual que ellos. Y claro, no está para menos la situación, en tiempos de COVID sólo se quiere escuchar a los que piensan igual a uno, el desacuerdo está fuera de lugar, las preguntas extremas están todavía más desterradas.

A los que de forma necia hemos decidido estudiar algo que (nos) apasiona, pero nada nos tiene que retribuir (aunque de esto dependa el resto de nuestras vidas), las nuevas medidas de la pandemia no hacen sino deprimirnos. ¿Qué podemos enseñar en este conexto?, ¿nuestra vulnerabilidad?, pero ¿no ha sido claro que siempre hemos sido vulnerables, que siempre hay algo que nos falta y que precisamente eludimos esa carencia porque para nosotros la enseñanza no es una fórmula o una carencia que haya que satisfacer? Enseñar es exhibirse. Un amigo, un profesor (al que le debo mi escritura, y por supuesto más de una noche desasosiego —y claro, miles de crisis), siempre decía que un profesor universitario pasaba por diferentes “estados”. Este amigo me decía, “´primero pasas a ser comediante de ‘stand-up’; luego pasas a ser predicador y luego exorcista”. Terminábamos nuestras charlas con risas, sobre todo luego de que cada uno imitaba a un exorcista. Lo cierto, claro está, es que todos los que hemos estado frente a un grupo, a veces, quisiéramos que los estudiantes entendieran, por fuerzas ocultas, que el conocimiento viene de una invocación-ritual, que todos fuéramos exorcistas y que “el-mal-saber” no tuviera lugar en la clase. Claro, todos fantaseamos con esto, pero ¿hay un mal saber?

Luego de leer algunos textos del Colectivo Situaciones, sobre todo su hipótesis sobre la carencia de objeto en la investigación militante, uno pudiera preguntarse sobre el lugar de esta investigación en tiempos de la COVID. Si la situación es lo que determina las opiniones, ahora más que nunca compartimos algo en común. No obstante, ya nos fallamos: en Europa, y en muchas partes, los debates ahora son por saber porqué algo tan común, como la pandemia, no pudo unificarnos. Así, nuestra situación tiene algo particular: una capacidad de horizontalizar afectos en el plano más cercano y la de diversificar presentimientos en el plano más lejano. Un militante comprometido compone, por lo que se lee en Situaciones, pero a la vez experimenta. Esto es que antes de la composición hay una suerte de idealización, de imagen, de aquello que un cuerpo puede hacer. Claro que siempre hay un excedente de esta predicción, pues el cuerpo siempre nos excede, siempre se escapa a las predicciones. No habría, entonces, que abandonar las predicciones, pero sí la manera tradicional de hacerlas. Es decir, habría que desechar los modelos estudiantiles que piden siempre capturar, y mejor proponer fuerzas pasivas que saben cómo comenzar pero nunca hacia dónde ir. Suena todo esto a ese viejo slogan, ése de no saber qué querer pero sí cómo conseguirlo. A mi generación (nuestra generación) no nos sobran las imágenes pero sí los medios para producirlas, y más aún, la disputa de éstos medios de producción. Nosotros somos la generación que no soñó, pero sí repitió sueños; que no lloró, pero sí se perdió en los ruidos de la tristeza. Igualmente, somos la generación que sabe ocultar la cara en conferencias, que sabe seguir escribiendo en medio de comentarios difíciles, que sabe eludir cualquier captura, que sabe guardar secretos, vengan de dónde vengan. Nuestro rol, entonces, ahora que hemos reconocido nuestro lugar, está en saber que las imágenes nos van a acompañar (y nos han acompañado) por largo rato, que la imagen no se subordina, pero sí que el deseo mismo la excede. Enseñar en estos tiempos es exhibirse. Uno pasa de exorcista, diría mi muy querido amigo, a youtuber o instagramer, igual la imagen nos excedería, e igual nada nos capturaría completamente.

July 15

First, I must apologize for how late this post is. I was out of town last week, and more distracted than I anticipated. (Yes, within British Columbia we can travel! Even if we can never again leave this beautiful province…)

In any case, apologies again that I am sending this week’s reading with so little anticipation. I think you’ll find, however, that the reading is not too taxing, and certainly well worth our while.

Before that, I’d like once again to thank Ana Vivaldi for organizing the current cycle of readings, leading up to our conversation with Diego Sztulwark. We had a good discussion last week about Fogwill and Siete cajas (and for those who have not yet managed to see the movie, I especially recommend it). There were fewer of us than in recent weeks, but the discussion was no less lively for all that. Both texts are key, I think, to understanding not only neoliberalism but also (as we said) the possibility of a “neoliberalism from below.”

Ricardo posted on the blog some afterthoughts from our discussion, which I highly recommend to you: “Una breve historia de enredos entre el dinero y la mercancía”. In his words:

“En el caos del mercado parece siempre sugerente la emergencia de una práctica o de un sujeto que contenga ese caos, que quizá evite el enredo constituyente de la narración (pero tal vez, sin ese enredo, no haya narración).”

This week the texts proposed are both from Colectivo Situaciones, the collective with with Sztulwark was associated for many years. To my mind, quite frankly, Situaciones produced some of the most important reflections on politics and theory from Latin America of the past 25 years. Indeed, I’d go so far as to say that they are among the few indispensable thinkers from the region in that time. (Perhaps we can talk about why that may be so…)

Ana has proposed two texts for us, both about what we might call “methodology,” which Situaciones saw in terms of “militant research.”

(If you want my 2c., this might be usefully contrasted with the interest, over this same period, in “decolonial” methodologies… Again, this might be the beginning of our discussion?)

One is longer than the other: read either or both for the “intellectual” part of our meeting.

  1. “Algo más sobre la Militancia de Investigación Notas al pié sobre procedimientos e (in)decisiones” (2004)
  2. “Romanticismo. En respuesta a los sociólogos ‘realistas’” (2009)

Both these texts are found on the “Lobo suelto” blog, which is well worth reading in general.

You may well also want to take a look at the earlier (2002), perhaps foundational, text by Situaciones on the same topic: “On Method”.

We will meet tomorrow (I know, apologies again), on Wednesday, July 15, from 4pm Pacific.

As always, however, feel free to join us later in the evening (from around 5:30pm onwards), without any expectation of having read the texts, for a more social check in.

Also as always, please do feel free to invite others (whether they are in Vancouver or not) to join us. Virtual Koerner’s is fully in Phase Four of lockdown, and we are delighted to see our “bubble” continuing to expand. If anyone wants to be added to the list, they can be in touch with me.

And again, we very much welcome and invite suggestions of texts, speakers, discussion topics, and so on. We especially welcome a) texts written by VK participants (short texts can be posted to our blog, https://blogs.ubc.ca/virtualkoerners/category/blog/), and b) suggestions for linked “cycles” of sessions that might, like Ana’s current cycle, include different kinds of texts on a common theme.

We look forward to seeing you tomorrow.

Una breve historia de enredos entre el dinero y la mercancía

Notas sobre Siete cajas (2012) de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori

“La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de esas necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estómago o en la fantasía, en nada modifica el problema.” Esta es una de las primeras formulaciones que aparecen en el canónico capítulo sobre las mercancías que Karl Marx escribiera en el Capital. A su vez, en Siete cajas (2012) de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori se ilustran ciertos comportamientos de la mercancía y sobre todo de la forma en que ésta satisface a otros cuerpos. La historia de Víctor, un carretillero en un mercado inmenso en Paraguay, es, en cierta medida, una historia sobre el dinero y su complicada relación con la mercancía. Esto es que Víctor, para poder comprar un celular con cámara y así multiplicar su imagen, debe entrar en relación con patrones que sólo buscan la oportunidad de mover una mercancía —el cadáver partido en siete de la mujer de un comerciante árabe— y ganar una gran suma de dinero. Así, Víctor se hace de una historia en el momento en que decide arriesgar su vida al transportar por un tiempo indefinido las siete cajas de esa “misteriosa mercancía”.

En Siete cajas no hay villanos ni héroes. Todos los personajes desean satisfacer sus apetitos: los policías su amor erótico, los criminales su codicia, otros criminales la salud de sus parientes, otros más sólo desean pasarla bien y Víctor sólo desea ver su imagen dentro de los sueños de la máquina, es decir, él sólo quiere verse de forma narcisista dentro de los medios de producción que también son los medios de su opresión. Víctor sueña con verse como los personajes de diversas películas que ve, incluso imita a la Tony Manero los diálogos en inglés de películas que consume. Víctor vive presa del sueño de otro(s). A lo largo de toda la película, todos los personajes esperan siempre conseguir una manera en que sus relaciones con otros personajes sean beneficiosas. Con esto, cabría decir que Siete cajas ilustra como la lógica del mercado se ha incrustado en la médula de los huesos de todos, desde las satisfacciones más simples, como el hambre, hasta el deseo o la fantasía, todo pasa por esa complicada relación que guardan dinero y mercancía.

En la clásica fórmula marxista, D-M, “M” es menos una mercancía y más la conjunción entre la fuerza de trabajo y los medios de producción. Si siempre hay un dinero antecesor o presupuesto (D´) al primer ciclo de intercambio entre dinero y mercancía, entonces, se tiene que el dinero no puede dividirse, pero la mercancía, aparentemente, puede partirse tanto le plazca. Justamente, este es el catalizador de la narrativa en Siete cajas, pues Víctor recibe un billete de cien dólares partido por mitad con la promesa de que luego de que cumpla con su tarea (pasear la mercancía —el cadáver partido de una mujer) verá su recompensa completada. El problema, claro está, es que los billetes de cien dólares pierden su valor una vez partidos. De igual manera, cualquier división o promesa de dinero en la película termina mal: la hermana de Víctor intenta ayudar a una amiga que acaba de dar a luz y el dinero se pierde en el suelo del hospital; los “socios” que orquestaron el secuestro de la mujer desmembrada que lleva Víctor por todo el mercado terminan peleándose y unos mueren; Nelson promete dinero, que no tiene, a sus compinches por matar a Víctor y el primero muere. Partir el dinero no es ganancia. La pregunta es, entonces, ¿por qué una mercancía se puede partir y seguir generando valor? Y más aún, ¿por qué el cuerpo de una mujer puede/debe sostener la mistificación misma de la producción de valor? Siete cajas no responde del todo a estas preguntas, pero sí apuesta por la distribución y multiplicación de la imagen de los deseos que se satisfacen por medio de las mercancías. Es decir que la película de Maneglia y Schémbori posiciona a Víctor dentro de un sistema cerrado donde su única aspiración es ver aquello que desea desde el hueco de una cámara de celular para que así su imagen se distribuya y se multiplique. En este orden de ideas, los deseos de Víctor están siempre capturados, carentes siempre de imaginación. Sin embargo, como se ve al final de la película, esa sonrisa que da Víctor, en primer plano, guarda una potencia ambivalente que sugeriría no sólo la reproducción de un sistema narcisista de la satisfacción de los deseos, sino también la producción de una ambivalencia, un terror, un suspenso, un secreto y un misterio que cargan todas las sonrisas. Esto es así porque el dolor y la tristeza nunca guardan secretos ni misterios en el cuerpo que los expresa y al contrario, cada sonrisa y cada alegría dentro de un mundo echado a perder, podrido y cerrado antes de comenzar, guarda una potencia ambivalente, casi constituyente de ese caos que orquesta los movimientos más esenciales de todo mercado. En el caos del mercado parece siempre sugerente la emergencia de una práctica o de un sujeto que contenga ese caos, que quizá evite el enredo constituyente de la narración (pero tal vez, sin ese enredo, no haya narración). 

Apuntes sobre lo doméstico

Richard Hamilton, Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing?Domesticar, doméstico, domesticidad… Al escuchar estas palabras las primeras imágenes que me vienen son las de un domador de fieras. Y casi simultáneamente, la amplia cocina de adobe y piedra de la casa de mi abuelo en una aldea perdida por Ávila, en medio de un secarral que hoy en día está deshabitado. Una cocina cubierta de telarañas y cuyo hogar (nombre que se le daba antiguamente a la chimenea) ha sido también tapado.

Tales imágenes tienen que ver con la misma etimología de lo doméstico: el diccionario nos informa que proviene del latín domestĭcus, de domus “casa,” y hace referencia tanto a todo lo que pertenece a la casa, como a los animales que se crían en compañía del hombre (opuestos a los salvajes).

De este modo, cuando se sugiere que el mundo doméstico es de las mujeres nos imagino no sólo dedicadas a todas las tareas del hogar a lo largo de los siglos, sino también como animales salvajes sometidas “a la vista y compañía del hombre” (como nos indica, de nuevo, el diccionario). Animales de compañía, como los gatos que, según me dijeron hace poco los del control de plagas, ya no asustan a las ratas al saber que dejaron de ser cazadores salvajes hace mucho tiempo. Una lástima pues nos acompañan pero han perdido parte de su poder dentro del espacio común.

La idea de que el espacio doméstico nos pertenece a las mujeres y, por el contrario, el espacio público a los hombres es ciertamente muy problemática: aceptar la misma división del mundo de las dos esferas implicaría aceptar el (injusto) reparto laboral por sexos. Sin embargo, la frontera entre estos dos mundos –público y privado– es bastante porosa y siempre ha habido algo de una esfera que se escapa a la otra, interacciones y contactos.

Ahora bien, retomar esta división para hacerla visible no siempre implica aceptarla. Creo que en muchas ocasiones posibilita el hacer notar y discutir tal reparto y la desigualdad que conlleva, paso inicial para transformarla. Segato propone empezar a nombrar esas historias del espacio doméstico de forma que creen una nueva retórica que haga frente a la dominante (la del valor de las cosas) y refleje lo que ella llama “política de los vínculos” y que asocia a lo femenino.

Pero, una vez más, dicha asociación puede resultar problemática. Al igual que cuando se asocia a la mujer a los cuidados (del hogar, de los hijos, de los mayores, de los enfermos, de las plantas, de los animales…) no podemos olvidar que es una labor histórica y arbitraria, al asociar a las mujeres a ciertos modos de sociabilidad y hacer política, no se debería perder de vista su carácter contingente. Nada hay que por nuestra fisiología haga mejores a las mujeres para los cuidados como todavía algunos se empeñan en asegurar, como tampoco en el pasado histórico las mujeres se encargaban de ello en exclusividad.

Muchos enfatizan que al ser nuestro cuerpo el que alumbra y sostiene la vida por medio del embarazo y el amamantamiento tal función biológica tiene un correlato social; sin embargo, según Durkheim todo lo social requiere una explicación de orden también social, no biológica. Por lo que tal vinculación de las mujeres a los cuidados tiene que ver más con los modos opresivos que se han usado históricamente para controlar a las mujeres en un espacio creado para ese fin. Tal espacio, además, ha ido adquiriendo una serie de significados relacionados con lo íntimo, lo privado, lo familiar y, hoy, lo individual, despojando de lo social y político al trabajo reproductivo (con el que me refiero no sólo a la procreación sino a todo el trabajo de cuidados y doméstico que facilita el sostenimiento de la vida). Según Bourdieu, “el orden social funciona como una inmensa máquina simbólica que tiende a ratificar la dominación masculina en la que se apoya” (Dominación 22).

El simbolismo de tal espacio doméstico es lo que Segato propone transformar adoptando una nueva retórica, a pesar del riesgo esencialista que implica nombrar lo que ha estado por tanto tiempo en los márgenes de la política en una supuesta naturalidad.

El peligro mayor, no obstante, está en la aceptación e inmovilidad de tal espacio donde seguiríamos siendo animales de compañía. Animales que al tomar el espacio público se exponen a recibir, como sabemos, acusaciones de ser salvajes que cometen actos vandálicos.

Parece necesario para la des-domesticación de lo doméstico y cambiar el rumbo de la historia de violencia contra las mujeres dejar de una vez atrás esa simbología del hogar y la mujer como su ángel o animal de compañía del hombre: seamos, en cambio, (todas y todos) compañeros salvajes.

July 8

We now move on to a new cycle of sessions, which will culminate in a visit from Argentine political theorist Diego Sztulwark on July 29. This series is organized by Ana Vivaldi, who has invited Sztulwark and suggested the preparatory readings.

We begin with fiction and film.

Ana’s comments about the text and the film (and their relationship) are very helpful:

Algo que me resultó increíblemente poderoso de este libro es que describe la transición entre un peronismo revolucionario al momento post dictatoria que ya casi es neo liberal. Es la historia de vida ficcional (y un poco biográfica) de un hombre desde que esta involucrado en la guerrilla y el peronismo, y que luego asciende de ser obrero a intelectual planeando un “cambio cultural” social (dirigido por masones y el opus dei y que parece el Macrismo). Va del Peronismo, la dictadura y luego los 80s.

En la  historia se despliegan y rastrean las variaciones afectivas (eso diría yo) que movilizan las transiciones de uno a otro ciclo. Hay algo muy detallado de las relaciones con los objetos cotidianos, que desembocan en el consumo de los 1980s : radios, y secadores de pelos peronistas, texturas de alfombras y autos, ropa y perfumes, sensorial. (La escena inicial quizás valga la pena, un mujer buscando pilas en un cajón y una discusión sobre una frase de Perón). Por estos dos aspectos lo vinculo al trabajo de Diego, como ilustración de los afectos como campo de batalla, en una clase trabajadora/media.

Siete cajas es el complemento subalterno / plebeyo. Transcurre en un mercado de la economía informal: aparece entonces la participación en el consumo, lo central de la informalidad y la multiplicidad. Se muestra diálogos en guaraní sin hacer una revindicación étnica, que coexisten con los comerciantes Coreanos. Lo mueve la necesidad / deseo de hacerse el dia, de ser buen amigo, de consumir, acercarse a una chica, y aparecer en la TV.

La forma en que aparecen lo femenino en el texto (no en esta parte) personalmente me dio nauseas (te hace participar de las fantasía de femicidio del protagonista a su primer pareja), pero quizás sea justamente una forma de pensarlo. Seleccione una parte del medio donde hay algunas de las transiciones.

We will meet on Wednesday, July 8, from 4pm Pacific.

All this will take place on Zoom, of course. Because it’s 2020.

As always, from around 5:30pm onwards, we will continue chatting in a more social vein. You are welcome to have a beer or other beverage to hand.

Also as always, please do feel free to invite others (whether they are in Vancouver or not) to join us. Virtual Koerner’s is fully in Phase Three of lockdown, and we are delighted to see our “bubble” continuing to expand. If anyone wants to be added to the list, they can be in touch with me.

And again, we very much welcome and invite suggestions of texts, speakers, discussion topics, and so on. We especially welcome a) texts written by VK participants (short texts can be posted to our blog), and b) suggestions for linked “cycles” of sessions that might, like Ana’s current cycle, include different kinds of texts on a common theme.

We look forward to seeing you on Wednesday

Algunas apostillas sobre la visita de Rita Segato

Algunas apostillas sobre la visita de Rita Segato
(y en defensa del Koerner’s Virtual)

«Tout le malheur des hommes vient d’une seule chose, qui est de ne savoir pas demeurer en repos, dans une chambre»  Blaise Pascal

Con temor a caer en esa labor de aquellos que reescriben —porque muchas veces traicionan— lo que se dice en las conversaciones, habría que recuperar algunas preguntas y puntos que se tocaron muy brevemente en la charla que hace algunas horas tuvo el grupo del “Virtual Koerners” con Rita Laura Segato, que muy amablemente nos regaló más del tiempo que había acordado estar con nosotros.

Hay, al menos dos preguntas que requieren atención y discusión (quizá faltan otras):

  • ¿Cómo cambia el mandato masculino en el tiempo? ¿Es correcto el decir que en estos tiempos apocalípticos del capitalismo este mandato demanda más violencia del varón? ¿Ha cambiado el rol de las mujeres en este mandato?
  • ¿Cómo la domesticidad, que “nada tiene de privado o de íntimo”, se puede seguir reconceptualizando en tiempos de pandemia, cuando es impuesta por el Estado y sigue complicando la relación entre el mundo “de afuera” y el mundo “casa adentro”?

Las preguntas, de cierta manera, ratifican algo que se ha notado y anotado a la labor de Segato. Esto es que, detrás de la domesticidad y del rol emancipador de la mujer, al menos en esa necesidad de regresar o restituir esa historia de la prehistoria del patriarcado, esa historia dual y no binaria —que parece el primer objetivo de la labor feminista [según Segato, otra vez]—, hay un esencialismo. Por otra parte, estas preguntas pudieran encontrar cierta resonancia y respuesta en esa idea de Segato en abandonar la idea de humanidad. Es decir, que aunque el rol de las mujeres pudiera haber cambiado, o si el estado es el que exige la domesticidad, la salida que habría que buscar es la renuncia a la humanidad, construida e interpelada por el estado, y apostar por una existencia. Segato en la charla hablaba de un paisaje no-converso. Hay, quizá, un umwelt sin estar en la misma baldosa, un lugar que es condición de nuestras condiciones, por retomar eso que escuchamos en la charla de Alberto Moreiras. No obstante, la pregunta, otra vez, al menos para mí, sería pensar si todo esto no es una nueva demanda por la acción y por lo tanto no una demanda por la fascinación de la imposibilidad, de la muerte y de la crueldad, sino una afirmación más de la vida, que a todos nos excede. El comentario sobre estas preguntas es más una invitación (y a la vez una demanda) a la charla.

La reunión con Segato comprobó que hay muchos de sus temas que no nos mueven el piso ya. Esto es que con leer la obra de un autor basta, hasta cierto punto. Las charlas en vivo son más carácter institucional. Sin embargo, hay algo no codificable en ese cuadro de zoom, y en esos parches que se extienden en la pantalla del ordenador o del celular. Justamente, esa empresa, la de acercarnos a eso que escapa al carácter institucional, es lo que da más ganas para seguir leyendo o escribiendo, y más aún las charlas como la de hoy ratifican que tener desacuerdos es más productivo que juntar un puñado de acuerdos entre gente apática y que no quiere participar de ninguna forma (ni siquiera tomando notas). Habría que mantener abierto el canal con Segato y con los demás invitados (y sobre todo participantes del Koerner’s Virtual—sean ocasionales o frecuentes). Tal vez esos canales, a la larga de esta pandemia, que sigue sacudiendo viejos hábitos, puedan darnos otras respuestas.

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