Este libro sin ninguna duda lo calificaría como el más difícil y distinto a todo otro libro que he leído. Al tratar de explicarme por qué es esto a mi mismo, llegué a una conclusión que considero interesante. Todo adjetivo con el describiría tanto el contenido como la voz narrativa y su formato es uno con el cual una persona en un confrontamiento bélico de esta naturaleza describiría su situación. Aún más interesante es que la conversión lógica de esta idea es también totalmente correcta. Por ende, llegué a la conclusión de que la narrativa de esta historia, independiente de mi opinión de sus cualidades como novela, es perfecta para la situación que pretende representar.
A simple vista la confusión intrínseca de esta historia puede ser solo una molestia para el lector (lo fue indudablemente para mí), pero a su vez esto también representa la vida de la persona común durante San Camilo de 1936; exactamente lo que el escritor se dispuso a representar. La persona común, no aquellos bien conectados políticamente, evidentemente vivía en una confusión tal como la que el lector de este texto experimenta.
Especulemos por un momento como sería nuestra vida en aquella situación. Pese a nunca haber experimentado una guerra civil personalmente, ni haber vivido las peculiaridades de esa época, hay ciertas similitudes de este conflicto con lo que yo viví durante la crisis en Ecuador conocida como el 30S.
Lo primero en suceder este 30 de septiembre de 2010, tal como lo cuenta Cela en su caso, es el remplazo de los chismes por las noticias oficiales. Las noticias ni en la actualidad están equipadas para lidiar con una crisis así e informar al pueblo. Sucediendo esto en una época en la que existen medios significativamente más eficaces de comunicación de noticias que durante San Camilo en 1936, recuerdo claramente mandar un mensaje a mis padres durante la mañana de dicho día preguntando qué sucedía tras los chismes que escuché en el colegio.
Lo segundo en suceder en estos casos es el sesgo a reconocer eventos como significativos, fenómeno que se distingue en ambos casos. Pese a supuestamente haberse sublevado esa mañana la policía ecuatoriana, la vida cotidiana (tal como mis clases) continuaron normalmente. No fue hasta que el Presidente de la República fue considerado secuestrado y el ejército entró a la capital que se declaró la situación como grave y se suspendieron las actividades.
Finalmente, y por razones que no deseo discutir seré breve al respecto, me parece que existe también mucha similitud en el modo de actuar de los bandos armados en ambos casos. Para quién le interese (sean advertidos de que es de contenido violento y gráfico), este es el vídeo de la confrontación sobre el cual cual baso mi criterio.
Reconociendo que la crisis que Ecuador experimentó ese día no se aproxima a la Guerra Civil Española ni en magnitud ni duración, en mi experiencia personal corrobora a la presentación de Cela sobre como una persona experimenta estar en una situación de esta naturaleza.