Los Girasoles Ciegos

“Los Girasoles Ciegos” es una novela de Alberto Méndez que muestra el lado oscuro de la Guerra Civil. Las luchas de la vida cotidiana de los españoles están presentes en las otras novelas que hemos leído, pero esas luchas se convierten como un foco con Méndez. El miedo, la violencia, el hambre, y el sufrimiento son los temas principales de la novela. El romanticismo heroico que hemos visto desde los personajes extranjeros no está presente, y Méndez no trata de justificar o apaciguar a nada. La novela tiene un enfoque muy realista, y recuerda a todos que no todo es positivo y optimista.

Una de las citas que me llamó la atención fue en la página 13 (en mi versión online):

“Tengo miedo de que el niño enferme, tengo miedo de que muera la vaca a la que apenas logro alimentar desenterrando raíces y la poca hierba que la nieve sorprendió aún viva. Tengo miedo de enfermar. Tengo miedo de que alguien descubra que estamos aquí arriba en la montaña. Tengo miedo de tanto miedo.” 

Esta cita nos recuerda que la guerra trae el miedo en todos los aspectos de la vida, y la guerra consume la mentalidad de todo el mundo por completo. Eulalio pierde su novia y tiene que cuidar de su hijo solo. Él no tiene mucho tiempo para sentir la tristeza, porque el miedo sustituye a la tristeza y él tiene que estar alerta y continuar su vida por su hijo joven.

Es también la primera vez que tenemos una historia desde el lado nacionalista de la guerra, lo cual me pareció muy interesante. La primera historia, llamada “Si el corazón pensara dejaría de latir,” habla sobre Capitan Alegría, un capitán que luchó en el lado nacionalista. Él se entregó por el lado republicano, pero logra escapar. En la primera página, él dice “soy un rendido.” Él no siente como un vencedor. Sólo luchaba por su país, y nunca ha tenido ningún motivo para la violencia, el hambre, y la división que la guerra causó. Para él, no sirve para nada estar en el lado ganador. Él es tan deprimido, cansado, y con miedo como cualquier persona en el otro lado de esta guerra.

No sé por qué. Tal vez es porque soy una persona deprimente. Me gustó bastante el ambiente deprimente la trama llevado a lo largo de la historia. Fue un soplo de aire fresco en las otras novelas que hemos leído. ¿Qué opinan ustedes?

For Whom the Bell Tolls: Reflection

Fabricio and I believe that our class discussion last Thursday went relatively well. We believe that we came up with significant and thought- and discussion-provoking questions for the class.

Our questions were inspired by our personal interests in the novel and perhaps we directed our questions too much, that is, that we asked questions expecting certain answers when these answers may not have occurred to the classmates.

In future class-discussions of this type, we might focus more on making more open questions that are easier to answer in a general way. It is challenging to ask general questions that at the same time provoke discussion. Perhaps a focus on the more literary elements, such as setting, characters, plot, genre, etc. would be a more productive approach.

Los girasoles ciegos

Los girasoles ciegos crea, tal vez, un mundo al revés. Desde el primer cuento, vemos a un personaje que desafía las leyes de la lógica al rendirse al enemigo en el momento de su derrota. El Capitán Alegrías (una persona decididamente sin alegría) es un muerto que vive, que nace con la muerte, un vencedor que se deja vencer pero que a la vez sigue luchando para sobrevivir. Es un personaje lleno de contradicciones: ¿por qué, después de cometer el acto suicida de rendirse a los republicanos y aceptar su destino de terminar fusilado por su propio ejército, sigue con las ganas de vivir? En otras palabras, ¿por qué se desentierra? ¿Por qué no simplemente se deja morir?

Estas contradicciones siguen en el segundo cuento: el narrador es un padre que se vuelve madre (es decir, acepta el papel de la madre de su hijo), “un poeta sin versos”  y sólo le da nombre a su hijo después de la muerte. El tercero también: Juan Senra es un condenado a muerte que sigue en vida, sus mentiras crean un personaje glorioso de un personaje innoble. Sin embargo, todos estos relatos parecen terminar con una vuelta al mundo ‘al derecho’: Alegrías se suicida, el poeta sin versos escribe un verso final tras no poder cumplir el rol maternal de nutrir a su hijo y Senra abandona sus mentiras y acepta su ejecución.

El cuarto cuento del libro —para mí el mejor de todos— sigue con estas contradicciones y de alguna manera las revela. Aquí tenemos a un ser vivo que parece un fantasma, un hombre que ocupa el espacio pero al mismo tiempo pasa desapercibido, una mujer que cuida de su esposo (en vez de él cuidar de ella), un religioso que deja de serlo y busca la confesión y una familia que para huir tiene que quedarse encerrado. Las referencias en el texto a Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll —una historia sobre un mundo absurdo—refuerzan y apuntan hacia este mundo al revés en el que viven los personajes. Estas referencias cobran más importancia aun al considerar la continuación de esta obra, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí  (Through the Looking-Glass) que presenta un mundo imaginario al revés, y el hecho que Ricardo Mazo se esconde (y termina viviendo) detrás de un espejo. No obstante, otra vez vemos que el mundo, hasta cierto punto, vuelve ‘al derecho’, igual que Alicia tiene que volver a la realidad: Ricardo vuelve a ser el esposo protector, se deja descubrir y vuelve a la vida, deja de ser un fantasma. Pero precisamente en eso vemos otra contradicción, pues cuando vuelve a la vida, en seguida se la quita al suicidarse y, en ese acto, el ‘vencedor’ de esta historia, el padre Salvador, queda vencido según sus propias palabras:

Se suicidó, Padre, para cargar sobre mi conciencia la perdición eterna de su alma, para arrebatarme la gloria de haber hecho justicia.

Con esto creo que tengo que estar con Jon que lo que vemos aquí es una manera de ganar la guerra perdiendo, o perder la guerra ganando. Tal vez, en realidad, ese mundo al revés nunca vuelve a estabilizarse del todo. ¿Será que Alberto Méndez trata de devolverle  la vista a sus ‘girasoles ciegos’ en estos relatos?

 

 

 

 

Los Girasoles Ciegos

La primera historia de Los Girasoles Ciegos es una con la cual nunca pude creer la premisa ni su historia subsecuente. Considero la historia del Capitán Alegría carente de lógica al punto en el cual cualquier análisis que pretenda hacer no tendría en que sustentarse.

Por otra parte, la segunda historia es una que me pareció mucho más interesante. Por más que esté en desacuerdo con las decisiones que toman los personajes, como expresé en clases, y esté en desacuerdo con la mayoría de ustedes sobre sus subsecuentes motivaciones para ayudar a su hijo, por lo menos es una historia a la que le creo la premisa. El tipo de personaje presentado aquí, uno idealista y poco racional, es uno que hemos visto previamente existiendo en esta guerra (particularmente del lado republicano pero es también del lado que más hemos leído). Por lo tanto, por lo menos puedo entender su raciocinio al tomar las acciones que toma aunque no esté de acuerdo y crea que esto lo convierte en un padre irresponsable, no una historia humanitaria.

Independiente del contenido de estas dos historias iniciales, me parece que el libro está muy bien escrito. No es por razones estilísticas que no creo la premisa de la primera historia, ni que no estoy de acuerdo con las decisiones tomadas en la segunda. Siendo estas mis únicas críticas a estas primeras historias, queda la escritura en sí sin ninguna crítica. En particular, me gusta el formato tomado en la segunda historia semejante al cide Hamete Benengeli en  Don Quijote. Pese a que en ambos casos esta decisión es tomada por razones que podemos inferir son muy distintos, el rol que cumple en esta historia es muy positivo (siendo obviamente las razones que daré para esto mi opinión). En primer lugar, como dije el martes este estilo de narración le da un aire de autenticidad a la historia principal. Si se hubiera contado la historia directamente, en vez de la manera presentada, pasaría como cualquier historia de ficción. Además, este estilo permite a los personajes no tener nombres a lo largo de la historia y solamente sugerir nombres al final. Esto sugiere la idea al lector que esta (supuesta) tragedia es una que no es necesariamente específica a estas personas pero que pudo haber sucedido a muchas otras.

Tal como estos puntos estílisticos lo hacen a mi criterio a una buena narración a este libro, también estoy de acuerdo con la idea que trajo Paz el martes que tiene una inclinación a ser propaganda. Dado que hemos leído otros libros que lo hacían a mayor nivel, o tal vez me he ido acostumbrando a leer propaganda de izquierda, el sesgo político en este libro me pareció ligero comparativamente.

Los girasoles ciegos

El tema de memoria es integral a los cuentos de Los girasoles ciegos, especialmente con la manera en que escribió Méndez. ¿Por qué puso tanto énfasis en los supuestos ‘fuentes’ de la historia cuando sabemos que es una obra de ficción? ¿Estaba tratando de restablecer una memoria perdida de la Guerra Civil? Quizás Méndez los escribió así para crear una apariencia de certeza, para hacernos creer que estos cuentos son de personas reales.

También los principios e ideales de los personajes tienen un papel significativa en este libro. El capitán Alegría eligió rendirse a los republicanos el mismo día que los fascistas ganaron la guerra. Aparentemente creó que hay más honor en ser un vencido que en ser un víctor. Ésto demuestra un problema que afecta a muchos de los personajes de los libros que hemos leído en este curso: el triunfo de los principios contra la racionalidad. Sería en el interés del capitán quedarse con los fascistas y disfrutar de la victoria contra los republicanos, pero sus morales dictan que es más glorioso ser un vencido, que hay más honor en una derrota que una victoria.

En una confidencia inoportuna que días más tarde utilizaría el fiscal militar para pedir su muerte con ignominia, Alegría confesó a un suboficial intachable que los defensores de la República hubieran humillado mas al ejercito de Franco rindiéndose el primer día de la guerra que resistiendo tenazmente, porque cada muerto de esa guerra, fuera del bando que fuera, había servido solo para glorificar al que mataba. Sin muertos, dijo, no habría gloria, y sin gloria, solo habría derrotados (p. 15).

Hemos visto este tipo de justificación irracional también en Malraux y Hemingway. Malraux tiene los republicanos luchando valientemente pero sin esperanza contra un enemigo con la clara ventaja de la tecnología avanzada. Hemingway tiene Robert Jordan persiguiendo su objetivo de destruir el puente sin pensar, como Pablo, en las consecuencias después de hacerlo. En todas situaciones los protagonistas hacen lo que dictan sus ideales en vez de lo racional. Es un aspecto único de la Guerra Civil española que había tanta dedicación fuerte a los principios y la ideología en la cara de adversidades insuperables.

Sobre Los girasoles ciegos

Al reflexionar sobre su pasado, y en particular sobre su madre, el narrador del cuarto cuento de Los girasoles ciegos se da cuenta de lo siguiente:

Todo lo que ha sobrevivido ha alterado poco a poco su recuerdo porque su presencia real es incompatible con la memoria, pero lo que hemos perdido en el camino sigue congelado en el instante de su desaparición ocupando su lugar en el pasado. Por eso sé cómo era lo que ha desaparecido, lo que abandoné o me abandonó en un momento de mi vida y/nunca regresó a donde lo real se altera poco a poco, a donde su actualidad no deja lugar a su pasado (106-107, énfasis mío).

A mí me interesa mucho esta cita porque está directamente relacionada con lo que ahora mismo estoy investigando para el trabajo final de esta clase: la memoria, en particular, la cultural. La memoria cultural, un concepto que según lo que he leído hasta ahora, ha sido muy polémico desde la aportación de Halbwach sobre el concepto directamente relacionado de mémoire collective en los años 20 (Astrid Erll 1), se consiste tanto de la memoria colectiva como la individual, y la interacción entre las dos y cómo esta interacción le hace a la memoria “vulnerable to manipulation and appropriation, susceptible to being long dormant and periodically revived,” entre otras cosas (en las palabras de Pierre Nora).

Menciono todo esto no sólo porque es justo el tema de mi investigación para el trabajo final, sino también porque, como hemos visto, la memoria en general ha sido un tema predominante en los libros que leímos para este curso. Nunca me había dado cuenta antes a lo complejo de la memoria y cómo se la utiliza para escribir la “historia,” supuestamente la verdad de todo lo que ha sucedido en nuestro mundo, y por eso me resultó un tema sumamente interesante para investigar más.

Con respecto a la cita anterior, algunas cosas me llaman la atención: primero, la afirmación que la presencia real de su madre es “incompatible con la memoria.” Tiene que ver en parte con el discurso entre la realidad vivida y la memoria de esa realidad, y cómo es efectivamente imposible experimentar la realidad tal como la experimentaste en el momento, y tampoco de expresarlo “auténticamente” por la escritura.

Segundo, me impresiona (y me interesaría saber lo que el resto de ustedes piensen) el uso del verbo “congelar” para describir la pérdida que había experimentado en el pasado, y cómo se puede relacionar esto con los lieux de mémoire (los “sitios de memoria”) conceptualizados por el mencionado Nora en su aportación al campo de estudios sobre la memoria cultural.

Por último, vale la pena mencionar lo siguiente porque creo que sería un buen tema de discusión en la clase de hoy o jueves, sobre la oposición entre la historia y la memoria, una dicotomía que hemos considerado por la duración de la clase, según lo que ya sabíamos de la guerra civil y lo que aprendimos por la lectura de estos seis libros.

Memory is life…

History, on the other hand, is the reconstruction, always problematic and incomplete, of what is no longer…

Memory is a perpetually actual phenomenon, a bond tying us to the eternal present; history is a representation of the past…

Memory is absolute, while history can only conceive the relative.

Todas estas citas también saqué de “Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire” por Pierra Nora (1989, 8-9), y creo que tal vez engendrarían una buena discusión, no sólo con respecto a Los girasoles ciegos, sino también con los demás libros.

Los Girasoles Ciegos – Alberto Mendez

Los Girasoles Ciegos es un libro que se compone de cuatro historias más o menos interrelacionadas.

El primer cuento es sobre un Capitán Carlos Alegría, miembro del Ejercito Nacional  que se rinde a los republicanos solo un poco antes que las fascistas ganan la guerra. Está sentenciado a muerte por fusil, pero milagrosamente sobrevive el capitán, y regresa a su ciudad natal solo para estar capturado otra vez (voluntariamente). No entendí esta historia y me frustró un poco leerlo. Una persona con tantas oportunidades para vivir en la vida no debería desperdiciar todas así.

La segunda es una historia angustiosa sobre una familia rota por la guerra. Un joven de 18 años intenta escapar con su novia embarazada a Portugal; en camino hacia allá la novia da a luz a un niño y se muere. Luego el joven y su hijo mueren también.

La tercera historia cuenta de Juan Senra, un profesor de chelo republicano quien se cae en las manos de las fascistas. La única cosa preservando su vida es que conoció el difunto hijo del coronel fascista. Senra fabrica historias sobre el hijo para que se sientan orgullosos sus padres. El momento que expone la verdad, le disparan a Senra.

La última historia es sobre Ricardo Mazo, un republicano que se esconde en el armario, pretendiendo de no existir en la casa de su familia después de la guerra civil. Toda está bien y su familia cuida por él, pero su estilo de vida está en peligro cuando su esposa Elena atrae la atención de un diacono salaz. Un día, Ricardo se expone para defender a Elena mientras el diacono intenta violarla; Ricardo decide suicidar y salta de la ventana.

Cada historia es una tragedia terrible, donde nadie tiene una conclusión feliz. Quizás quiere mostrar Alberto Méndez que nadie gana en la guerra, ni siquiera la partida victoriosa. Las familias son separadas y destruidas. Las personas temen por la vida cada día, esperando por el día que la policía les encuentre y les coja. Creo que la primera historia era un ejemplo muy ridículo de esa noción que nadie gana, que Alegría no pudiera vivir con si mismo venciendo los republicanos. La historia era uno de los pocos que cuentan la historia del punto de vista de las fascistas, pero me sentí que era estirada y forzada para ser inclusivo de todas partidas. Pienso que la mayoría de las fascistas pudieron vivir con si mismos después de la guerra; quizás no les gustó la administración de Franco después, pero todavía continuaron a vivir.

Un gran tema de esos cuentos cortos es la perdida de ganas de vivir. Alegría sin duda lo pierde, donde una y otra vez ofrece su vida a sus captores aun cuando puede escapar. El joven pierde ganas de vivir mientras sus seres queridos se mueren alrededor de él. Senra no quiere mentir más y dice la verdad. Ricardo también lo pierde después de ser expuesto.

En total, fue un libro extremadamente deprimente.

Los girasoles ciegos

Debo confesar que el gran problema que tengo con “La primera derrota” de Los girasoles ciegos (2004) es la tesis que intuyo trata de demostrar con la historia del capitán Alegría, aquella que creo que puede resumirse en el fragmento siguiente: “cada muerto de esa guerra, fuera del bando que fuera, había servido sólo para glorificar al que mataba”. En algún punto, lo sé, no está muy lejos de la idea de Jon que más o menos vendría a afirmar que hay cierta dosis de victoria simbólica en la derrota republicana y de derrota en la victoria fascista. Si bien creo que hay algo de veraz en esa lectura, no me termina de convencer la idea de que todos fueron derrotados por igual, de que todos pierden en esta guerra. Tal vez por eso creo que “La segunda derrota”, en cambio, fue el texto que más me conmocionó, que más me llegó, de todos los que hemos leído durante el curso. Me pareció admirable cómo el falso manuscrito logra captar el tono y la atmósfera de la brutalidad de esa posguerra a través de una trama escalofriante. El desamparo en el que se ven inmersos el viudo Eulalio y Rafael, su bebé recién nacido medio huérfano, luchando por una supervivencia clandestina condenada al fracaso, me resultó impactante y nítido. Me sorprendió el grado de lirismo del texto, que me pareció coquetear con la prosa poética (como el pasaje en el que Eulalio menciona cómo ha “vuelto a revivir el olor de la sangre, he vuelto a oír el ruido de la muerte” tras matar un lobo), sin opacar por ello un cariz eminentemente narrativo que de a momentos me recuerda el de un diario íntimo.

Me parece que en cierta forma ambos relatos trabajan con un término acuñado por el sociólogo austríaco Michael Pollak, denominado “memoria subterránea“, que podríamos definir sucintamente como la contramemoria del metarrelato oficial y dominante que reproducen habitualmente los estados. El militar inverosímil que cambia de bando sobre la hora y el manuscrito encontrado junto a unos cadáveres recuperan esa historia no escrita. Para el momento histórico en el que escribe Méndez (a más de 25 años de la consolidación de la democracia liberal española), como señala Julian Coman en el artículo del Guardian que compartió Jon, después de Soldados de Salamina (2001), la narrativa peninsular del siglo XXI ha venido produciendo un intento sistemático de reconstrucción precisamente de esta memoria subterránea, de la cual Los girasoles ciegos participa de forma evidente

Un intento subyugado durante más de medio siglo por el silencio franquista, la transición y los primeros tiempos democráticos. A esto creo que alude el epígrafe de Carlos Piera, cuando afirma que “en España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable”. Tanto en este epígrafe como en la muerte de la familia retratada en “La segunda derrota” hay un bando vencedor muy claro, que no es otro que el que ostentó el poder durante décadas, después de sojuzgar a los vencidos con fusilamientos en masa o conminándolos al exilio forzoso durante décadas, seguidos de desapariciones sistemáticas y la imposición de una manera de organizar a la sociedad muy determinada. Es cierto: su memoria oficial no perduró del todo con el tiempo. Síntoma de ello, podríamos concluir, es la notoria abundancia de literatura escrita por los vencidos. Pero en el medio, los que enarbolaron esa memoria oficial causaron demasiadas víctimas que como dice Piera nunca fueron reconocidas públicamente; provocaron demasiados estragos materiales y atrasos históricos, secuelas aún vigentes en la España actual, que me cuestan mucho diluir en una victoria simbólica y cultural.

Hemingway: For whom the bell tolls

El libro For whom the bell tolls puede ser una novela clásica, tanto en la estructura como en su estilo de narrar, por eso pienso que, en comparación con San Camilo, es menos difícil para entender. No me parece que sea una novela tan seria como Homage to Catalonia de Orwell, aunque esta última tiene un sentido de humor que me gustó mucho pero igualmente siento cierto tono de autoridad, del intento de ser objetivo. For whom the bell tolls es para todos, es entretenido y tiene varias entradas para que diferentes grupos de lectores lo accedan, se puede convertir en una película de Hollywood. Cada vez cuando se lanza un personaje, hay una descripción detallada sobre el personaje: el rostro, el peinado, el vestuario, etc.. El autor nos crea imágenes muy concretas de sus personajes. Sin embargo, avanzando con el argumento, siempre encontraba unas frases o unos párrafos curiosos o filosóficos, que contradicen las concretas y sencillas imágenes de ellos.

En los primeros capítulos, hay una parte cuando Robert Jordan y Anselmo hablan de la caza y de la guerra. Anselmo cuenta una experiencia de matar un oso y dice ¨It was a very beautiful thing and all of those things gave me great pleasure to contemplate. ¨ Anselmo coloca la pata de muerto oso en la puerta de la iglesia y ¨every time I saw that paw, like the hand of a man, but with those long claws, dried and nailed through the palm to the door of the church, I received a pleasure.¨ (40) Hay muchas comparaciones entre la guerra y la caza, la caza suele ser comparado a una simulación de la guerra, pero para Anselmo, es diferente:
¨(Pleasure) Of pride of remembrance of the encounter with the bear on that hillside in the early spring. But of the killing of a man, who is a man as we are, there is nothing good that remains...To me there is a great difference between the bear and the man and I do not believe the wizardry of the gypsies about the brotherhood with animals. No. I am against all killing of men. ¨
Para mí eso puede explicar lo que ha pasado a Pablo después de la masacre del pueblo. Los animales obviamente son muy diferentes a los humanos, matar a un animal, cuánto cruel que sea, puede dar gloria u orgullo que vigoriza al cazador, pero matar a una persona es otra cosa, matar a una persona como nosotros agota, debilita o destruye al matador. Pablo es un ejemplo.

Luego, la discusión entre Robert Jordan y Anselmo sigue:
¨...But if I live later, I will try to live in such a way, doing no harm to any one, that it will be forgiven.¨ ¨By whom?¨ ¨Who knows? Since we don´t have God here any more, neither ther His Son nor the Holy Ghost, who forgives? I do not know...If there were God, never would He have permitted what I have seen with my eyes. Let them have God.¨(41)
 Las palabras de Anselmo realmente me impresionó mucho porque siento lo tierno, lo precioso dentro del ser humano. No es un héroe, a veces franquea su miedo y creo que entiende o tolera qué es la naturaleza humana:
¨I have never seen a battle without running, I do not know how I would comport myself. I am old man and I have wondered.¨ (42)
Pero en realidad al final él no huye, ha sido buen compañero de Jordan. Desde el principio conoce bien la situación como una farsa, no entiende por qué la matanza entre sí, lo considera un pecado, ¨let them have God¨, porque Dios no va a perdona a ningún bando en esta matanza. Anselmo tiene su utopía, explica bien qué es la hermandad del ser humano para él. Está totalmente en contra la matanza de los humanos.
I would not kill even a Bishop. I would not kill a proprietor of any kind. I would make them work each day as we have worked in the fields and as we work in the mountains with the timber, all of the rest of their lives. So they would see what man is born to. That they should sleep where sleep. That they should eat as we eat. But above all that they should work. Thus they would learn. (41)
To kills them teaches nothing. You cannot exterminate them because from their seed comes more with greater hatred. Prison is nothing. Prison only makes hatred. That all our enemies should learn.(42)
Impresionante. Estas ideas de Anselmo me emocionan...¿Es él verdaderamente religioso o es él un comunista verdadero? Más tarde del libro confesa su soledad, que si no trabaja siente la soledad, sobre todo por la noche. Anselmo no tiene hijos y pierde su esposa. Pero además de eso, pienso que la soledad también viene de otra parte. Una persona como él, en contra de la matanza pero necesita matar y participar en la farsa, su creencia le hace solitario. Diferente a Pablo, Anselmo no se deja destruido, aún guarda la esperanza hacia un buen futuro. Como él dice más tarde:
I am lonely in the day when I am not working but when the dark comes it is a time of great loneliness. But one thing I have that no man nor any God can take from me and that is that I have worked well for the Republic. I have worked hard for the good and that we will all share later.  

Sobre For Whom the Bell Tolls

So far, my reading of this book (which happens to be my first Hemingway) has left me not only with so many mixed feelings, but also with a number of questions I can’t seem to answer for myself about the nature of the book as a whole.

Firstly, as I mentioned in class, I’ve really taken issue with Robert and Maria’s relationship. While their first encounter was more or less an affective experience for me, their second encounter in the heather, as it were, did not resonate with me at all. To be fair, I did appreciate the literary devices Hemingway used to portray such a scene and evoke a certain emotional response in his audience, but overall I felt the scene was overly melodramatic. Given the nature of the “relationship” and her not so distant traumatic past, I have a really hard time believing that such a thing would’ve happened in real life. And given that this is a historical novel (I would argue), I suppose I expected it to be more or less realistic in its portrayal of the human experience. In the case of Robert and Maria, however, I do not feel Hemingway delivered.

Secondly, I find myself still unsure of whether I identify with the protagonist. In the past, it has been sometimes very difficult for me to enjoy a book if I do not identify or sympathize with the protagonist. On the one hand, I’ve found I’ve enjoyed Robert Jordan’s inner monologue, for the most part, which doesn’t necessarily appear as much as other narrators we’ve read so far, but I’ve enjoyed it because to me it feels authentically human, something with which I can easily sympathize and experience a degree of affect from. On the other hand, however, I think I’ve struggled with his character because I can’t discern just how much Hemingway as an author speaks through Robert Jordan, if he does at all. Because we’ve spent a lot of class time discussing the concept of genre and what we as readers expect from not just different genres but different authors, especially when it comes to representations of a conflict as complicated as the Spanish Civil War, I think I’ve had a harder time separating what Robert Jordan says and thinks and feels to be true and right, and what Hemingway, the author who penned this character, says and thinks and feels to be true and right. However, also as I mentioned in class, I can’t help but wonder what I would’ve taken away from this book had I not read it in this particular classroom setting.

And finally, I just want to consider the epitaph again, by the poet John Donne: I’m not entirely sure I agree with the conclusion we drew in class the other day, regarding the meaninglessness (or not) of war and death. I don’t know why I didn’t speak up, but my impression of this short little passage wasn’t necessarily a negative one. To me, the notion that each individual death diminishes every other individual, and that therefore when the bell tolls, it doesn’t just toll for the dead, but every other individual (again, I could be misinterpreting his words), actually evoked a more positive, compassionate feeling in me as a reader. My first impression of those particular words was more hopeful, as if we are all in this together. It’s like my favorite Golden State Warrior said in the press conference after their ugly loss this evening, we win together, we lose together, it’s no one person’s fault. How can all of this amount to meaninglessness? Obviously, yes, I agree with Mauricio’s argument that there comes a certain point where a conflict becomes pointless because the losses are too great or the overall cause is lost. But isn’t it rather hopeful (and yes, perhaps blindly idealistic) to consider that we are all in this together and somehow, if we continue sticking together, we shall overcome? Or, at least, the deaths wouldn’t have been in vain because we fought for what we believe in?

I guess that’s my main personal conclusion from this book. It doesn’t do me any good in coming up with definitive answers to these sorts of questions. And it bothers me. But oh well, such is literature, I suppose.