“Marta Riquelme” (1902) W.H. Hudson y “The Captive” (1909) R.B. Cunninghame Graham

“Marta Riquelme” (1902) de W. H. Hudson 

Recién ordenado, el joven sacerdote Sepulvida es enviado a Yala, un poblado de Jujuy, donde trama amistad con la viuda Riquelme y su hija Marta, de quien se enamora. La joven se casa mal. Cosme Luna es un inoficioso apostador que pronto resulta reclutado por la milicia. Al morir su madre, Marta sale con su hijo en busca de su esposo, pero la caravana en la que viaja es asaltada por indígenas, su hijo le es arrebatado y ella es vendida. Huye, enfrenta los peligros del desierto, pero es capturada de nuevo por los indios y todo ánimo de fuga es eliminado por continuas torturas. En cinco años de cautiverio da a luz a tres niños mestizos.

En una segunda fuga con otra cautiva blanca sólo puede llevarse a su niño de brazos, pero en la travesía lo pierde. Una vez en Yala, sufre inconsolable tanto la pérdida de su bebé como el repudio de su esposo, Cosme. Afligida por las habladurías del pueblo, Marta huye al monte, donde es cuidada por un carbonero y su esposa. Sepulvida, sospecha que ha intentado regresar al desierto a buscar a sus otros hijos. En realidad se ha alejado completamente de todo contacto humano y la desesperación por su falta de lugar en el mundo la ha enloquecido. En la visión de los habitantes del campo, se ha convertido en un kakue, un jujuy, un ave que chilla lamentablemente. En la historia de Marta Riquelme, el sacerdote comienza a entender la fuerza de las creencias en seres míticos que le impide evangelizar completamente a sus feligreses, pues él mismo sufre el embate de esas fuerzas.

 

“The Captive” (1909) de R.B. Cunninghame Graham

 Un grupo de colonos intenta infructuosamente recuperar los caballos tomados por una banda de indios de una Estancia cerca del río Naposta. En la noche, a la luz del fuego, sin poder dormir, los hombres proponen contar historias. Eligen al más callado y taciturno del grupo.

El belga cuenta que dieciséis años atrás, un amigo y compatriota suyo encontró durante una persecución a los indios a una mujer que, tras abandonar a su marido, regresaba a las tolderías con algunos caballos. La mujer, que hablaba poco español, no opuso resistencia ante el europeo y se fue con él. En aquel momento éste la vio como su cautiva india, aunque su cabello castaño y rizado le resultaba curioso. Paulatinamente, ella fue recordando el español y pudo contar que fue capturada por indígenas, quienes ocho años atrás asaltaron la estancia de su padre en San Luis y asesinaron a su familia. Fue tomada por el cacique, con quien tenía tres hijos.

El colono le dio muy buen trato, y ella en todo oficio actuó con diligencia. Su nombre indígena era Lincomilla y su nombre español, Nieves. Con los días su apariencia de india desvaneció y recuperó el aspecto y los ademanes de mujer blanca, por lo que el estanciero sintió haber perdido la oportunidad de tomarla como su mujer, pues no le era fácil acercársele y someterla a cautiverio, viéndola como su par. Nieves facilitó el acercamiento y se hicieron pareja, vivieron una pasión que los hizo felices por un tiempo, pero su melancolía y tristeza los alejó. Resultó que, aunque ella despreciaba su unión con el indígena, echaba de menos a sus hijos. Así, teniendo en claro que volver a ellos, a pesar del sacrificio de estar entre gente diferente, era lo que Nieves necesitaba, la pareja organiza su regreso. Nieves se despoja de su apariencia española y vuelve a ser Lincomilla al marcharse con sus bestias al desierto.

Esta historia, con la que el belga se desahoga, trajo un silencio entre los demás colonos, pues todos de alguna manera habían perdido a una cautiva.

 

Comentario de los textos

 Estas dos historias cortas, “Marta Riquelme” (1902) y “The Captive” (1909), originalmente escritas en inglés, son confesiones expresadas por voces narrativas masculinas. La primera, es una confesión escrita por un sacerdote, Sepulvida, en la que ausculta un pensamiento que lo ha acompañado desde su juventud. La segunda, es la confesión velada un hombre ante un grupo de compañeros de faena, pues es claro que el protagonista de su historia es él mismo.

En ambas narraciones los acontecimientos pertenecen a un pasado más bien lejano y las dos contemplan la imagen de una cautiva que ha sobrevivido el cautiverio gracias a la maternidad. Este es un interesante giro en la narrativa de cautivas, pues en los textos decimonónicos y anteriores lo esencial es el cautiverio mismo, que es prácticamente el fin de la historia, porque su peso trae la muerte, y lo que se destaca en ellos es la negativa a mezclarse con el indígena, es decir, la imposibilidad del mestizaje.

En estas narraciones, “Marta Riquelme” y “The Captive”, las mujeres ya han pasado años entre los indígenas. No sólo han sobrevivido al contacto con ellos, han absorbido en alguna medida  la naturaleza del otro, se han transformado físicamente en indias y han dado a luz niños mestizos. Ambas mujeres han escapado temporalmente de su cautiverio y recobrado medianamente su apariencia de mujeres blancas, pero el haberse mezclado con los indios, ha afectado su percepción de sí mismas en el mundo. Nieves cae en la melancolía y decide regresar a sus hijos. Marta ha enloquecido ante la imposibilidad de recobrar a sus hijos mestizos y la de recuperar su vida en Yala. Cabe anotar que la pérdida de su hijo blanco no resulta problemática en la historia.

Se observa en ambos relatos, la aceptación de los hombres -los narradores- del movimiento maternal de estas mujeres por sus hijos y la comprensión de la densidad emocional que implica la decisión de sacrificar su vida por ellos. Sepulvida sospecha que Marta ha ido a buscar a sus hijos mestizos y ve esto como natural. Sin embargo, en su confesión no registra indicios de la búsqueda de su hijo blanco. El belga, por su parte, entiende la importancia del regreso de Nieves y la ayuda a ser Lincomila de nuevo. Puede sugerirse que el desprendimiento de estos hombres es la aceptación de la inevitabilidad del mestizaje. Ahora, lo interesante es que estas narraciones y esta idea que aportan a la narrativa de cautivas provengan de autores anglosajones marcados de distinta manera por su experiencia suramericana.

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1 Response to “Marta Riquelme” (1902) W.H. Hudson y “The Captive” (1909) R.B. Cunninghame Graham

  1. Eduardo Domínguez Berenguer says:

    El tema de las cautivas atraviesa la literatura argentina a la que, sin duda, han aportado los narradores ingleses y franceses. Esteban Echeverría con su poema La cautiva incorpora al personaje y, lo más importante, a la pampa. En el Martín Fierro de 1879, “La vuelta de Martín Fierro”, encontramos el episodio de la cautiva, madre a la que le degüellan al hijo y que Fierro termina salvando. Sin embargo tanto Hudson como don Roberto vivieron, sintieron y compartieron los relatos realizados en primera persona por los protagonistas.

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