El diablo cojuelo en Señas de Identidad y Reivindicación del conde don Julián

El diablo cojuelo en Señas de Identidad y Reivindicación del conde don Julián 

Señas de identidad (1966) marca un cambio en la narrativa de Juan Goytisolo, que continúa hacia formas más audaces de experimentación en Reivindicación del conde don Julián (1970). Ken Benson sugiere que el objeto de la búsqueda de Goytisolo en esos años son “nuevas formas de reflejar una nueva percepción de la realidad, cuya característica esencial será la destrucción de los valores del realismo mediante el desenmascaramiento de la falsedad que se oculta tras sus pretensiones miméticas” (14). José Luis Ángel también señala la opción de Goytisolo por ‘atentar’ contra la mímesis propia de los textos del realismo del siglo XIX, es decir, contra la verosimilitud, especialmente al estudiar Reivindicación del conde don Julián (43).

Al considerar los intentos de Goytisolo por separarse de una parte de la tradición literaria española, es importante también rastrear aquellos autores con los que muestra afinidad y las obras sobre las cuales desarrolla sus propios experimentos narrativos. Una de esas obras que pueden considerarse influyentes en las dos novelas aquí estudiadas es El diablo cojuelo (1641) de Luis Vélez de Guevara. Las escasas menciones de los comentaristas de la narrativa de Goytisolo a esta obra se limitan a nombrar a este personaje fantástico para aludir a la escena final de Señas de identidad, en la cual Álvaro Mendiola observa su ciudad, Barcelona, desde un mirador (431). Sin embargo, ese mismo pasaje sugiere una manipulación del Cojuelo que va más allá de la visión aérea a la ciudad. Por otra parte, permanece inexplorado el uso de este personaje en Reivindicación, aún cuando en la ‘Advertencia’ con la cual concluye la novela, Goytisolo reconoce “la participación póstuma o involuntaria de (entre muchos otros) Vélez de Guevara, Luis” (209-10).

Este trabajo se propone mostrar dos cosas. Primero, que la novela El Diablo Cojuelo rige en buena medida la perspectiva crítica de España que Goytisolo adelanta en Señas de Identidad. Segundo que en Reivindicación del conde don Julián la figura del Diablo Cojuelo es central porque está hermanada con un personaje de la novela que influye, o más bien, causa la experiencia onírica del protagonista: Tariq.

Para explicar la importancia del Diablo Cojuelo en estas dos obras se presenta a continuación una caracterización de la novela de Luis Vélez de Guevara. Posteriormente se mostrará la influencia del personaje en cada una de las novelas de Goytisolo aquí estudiadas.

El diablo cojuelo

La anécdota de El diablo cojuelo va así: Cleofás Leandro Pérez Zambullo, un estudiante de Alcalá, huye de noche por los tejados de Madrid, perseguido por la justicia, y termina en el estudio de un astrólogo. Ahí encuentra preso en una redoma al singular Diablillo. Cleofás lo libera a cambio de que le ayude a salir del lío en que se halla metido: falsamente se le acusa de estupro. Una vez liberado, el Diablo Cojuelo vuela con Cleofás hacia “el capitel de la torre de San Salvador, mayor Atalaya de Madrid,…” (79). Allí el Diablillo destecha la ciudad y le muestra a Cleofás lo que en la cotidianidad permanece oculto, la vida privada de los españoles.

Desde arriba ven, por ejemplo, a Tomasa, la mujer que acusa a Cleofás de estupro, recibiendo a uno de sus muchos visitantes nocturnos. También ven “el puchero humano de la corte”, la transa de abolengos de los descastados, el ocultamiento de la decadencia de los hidalgos, la locura de los arbitristas y muchas cosas más.

La novela está dividida en trancos (o brincos) y las visiones descritas no siguen una trama, son sólo descripciones sucesivas de males que campean por España, de Madrid a Sevilla. Como la obra aborda problemáticas políticas y sociales del siglo XVII, se la ha vinculado a la tradición picaresca (Zamora 18). Sin embargo, Antonio Rey Hazas explica que pertenece más bien a la tradición lucianesca, una “peculiar forma narrativa de la época” en la cual eventos fantásticos como transmigraciones, reencarnaciones, transformaciones o sueños alegóricos se emplean para satirizar tipos sociales, lacras y comportamientos viciosos. Tanto la modalidad lucianesca como la picaresca son “esquemas narrativos de óptimo rendimiento satírico-crítico” (19). Y en esa novela, incluso los escritores más populares de la época se ven sometidos al escrutinio del Diablo Cojuelo y Cleofás.

En cuanto al personaje, se trata de un diablo que se presenta a sí mismo como “el espíritu más travieso del infierno (74) y como español (119). Sobre su mote, afirma: “…me llamo de esta manera porque fui el primero de los que se levantaron en el rebelión celestial y de los que cayeron y todo; y como los demás dieron sobre mí, me estropearon” (76) [1].

Finalmente, su descripción física es bastante llamativa, se trata de

“un hombrecillo de pequeña estatura, afirmado en dos muletas, sembrado de chichones mayores de marca, calabacino de testa y badea de cogote, chato de narices, la boca formidable y apuntada en dos colmillos solos, que no tenía más muelas ni diente los desiertos de las encías, erizados los bigotes como hubiera barbado en Hircania: los pelos de su nacimiento, ralos uno aquí y otro allí, a fuer de espárragos, legumbre tan enemiga de la compañía, que si no es para venderlos en manojos no se juntan…” (78).

Cabe anotar que esta apariencia le resulta repulsiva a Cleofás, quien acepta su compañía a causa del interés en la ayuda que el Diablo le puede ofrecer.

Señas de identidad

Como se ha dicho antes, la mención al Diablo Cojuelo aparece hacia el final de la novela: “habías vuelto a España después de diez años de espera consumidos en planes proyectos ensueños especulaciones utopías / y Diablo Cojuelo desde el descubrimiento de los miradores atalayabas tu ciudad natal / cansado / enfermo / sin fuerzas / al borde del suicidio… (431)”

Gonzalo Sobejano, al estudiar la soledad en la novelística de Goytisolo, dedica unas líneas a las manifestaciones de la multitud, y las encuentra siempre ligadas al turismo. Ofrece incluso una tipología turística en las novelas: turismo convencional (el de los extranjeros que ven lo ajeno como ajeno), el trascendental (del exiliado que re-visita su patria con visión forastera), y el panislámico (del viajero que mira la tierra ajena como inhabitable o ilusoriamente apropiable) (82-83). Sobejano anuda la “curiosidad del diablo cojuelo que levanta los techos de la urbe” (82) al turismo trascendental practicado por Álvaro en Señas de Identidad y en Reivindicación del conde don Julián.

Marco Kunz vincula la contemplación de Álvaro de su ciudad, “cual nuevo Diablo cojuelo”, al fin de la búsqueda de sus señas de identidad, que es en realidad la ruptura con todo lo heredado, la autonomía ganada al rechazar aquello a lo que se sentía unido (292). Pues esa visión desde lo alto es lo que le permite formular su disidencia.

Estas consideraciones trivializan la alusión al Diablo Cojuelo, pues sólo señalan parcialmente esta figura como indicador de distancia, pero no explican muy bien el distanciamiento que Goytisolo opera al usarla. Parecería que simplemente incorporan la expresión “diablo cojuelo” porque aparece en el texto de Goytisolo y se les escapa señalar algunos aspectos importantes como la forma misma en la que el autor se apropia del personaje.

En el análisis de Kunz sería importante ampliar el comentario usando la novela aludida, señalando que la condición de Diablo en la obra de Vélez de Guevara le viene de la rebeldía y que la distancia que toman él y Cleofás de los demás españoles, como españoles ellos mismos, les permite ver lo que los habitantes de Madrid o de Sevilla no ven o se resisten a ver. Además, podría especificarse en qué se distinguen el viejo y el nuevo Diablo Cojuelo.

Resulta interesante que en Señas de identidad, Álvaro se asume a sí mismo como Diablo Cojuelo, que (solitario) mira a distancia su ciudad. Así, algo de lo novedoso de la apropiación del personaje por Goytisolo estaría en la soledad de su contemplación. Pero, además, esta distancia entre Álvaro y la ciudad es más que física, es también temporal, si se la asume como el producto de los años de exilio, tal como se menciona en el pasaje citado. Es el conjunto del distanciamiento espacial y temporal, conjugados en el exilio de Álvaro, lo que le permite una visión desmitificadora de España. Precisamente la visión crítica y social que en el siglo XVII se asociaba con las tradiciones picaresca y lucianesca[2]. Es negligente dejar de lado la distancia temporal, que Goytisolo liga a la espacial, porque Álvaro es capaz de dudar de la historia familiar y del discurso oficial en la medida en que mira no sólo los eventos del presente sino también los del pasado, buscando lo que no es evidente, destechando los eventos en los que convergen su historia personal y la historia nacional. Este distanciamiento del exilio lo hace cuestionar en su historia familiar la bondad del abuelo esclavista o las circunstancias de la muerte de su padre que no quedan nunca claras. Así que él nunca podrá afirmar con certeza que durante la guerra civil ‘los rojos’ asesinaron a su padre. Desde el exilio también puede desmentir el discurso oficial que niega la extrema pobreza de algunas regiones del país, mientras que él efectivamente presencia el flujo de migrantes españoles pobres que llega a París en busca de una oportunidad de empleo.

Reivindicación del conde don Julián            

Mucho más elaborada es la inclusión del Diablo Cojuelo en Reivindicación. En esta obra Goytisolo cita fragmentos de la novela de Vélez de Guevara o los parafrasea, los mezcla con su visión dela España actual, renovando así la presencia y el poder del personaje fantástico.

Los rasgos más importantes de la utilización del personaje en Reivindicación son, primero, que lo condensa, a la manera de los mecanismos oníricos, con Tariq. Segundo, que esta vez el Diablo Cojuelo-Tariq retoma su condición de guía y tiene como acompañante a Álvaro[3], es decir, Álvaro es una especie de Cleofás. Tercero, que el viaje que ofrece el Cojuelo-Tariq no es un vuelo aéreo, fantástico, sino uno inducido por el uso del hachís, y por tanto onírico.

La primera alusión a Tariq como Diablo Cojuelo viene dada por una característica física y por el vagar por la ciudad: “hacia adentro, hacia adentro… en la atmósfera algodonosa y quieta, por los recovecos del urbano laberinto :…  Tariq te precede en silencio y caminarás de prisa para alcanzarle : … los felinos ojos brillantes sobre las guías de los mostachos en punta : las calles están desiertas ahora…” (78). Es una escena nocturna como la del Cojuelo y Cleofás. El vuelo no se da por la magia diabólica del Cojuelo, sino por medio del hachís al que Tariq constantemente invita a Álvaro (79; 97). “…hachís, aliado sutil de tu pasión destructiva : tu vuelo acariciante ciñe el lenguaje opaco de un esplendor sombrío : el verbo encadenado se libera…” (111).

Una superposición explícita del texto de Goytisolo sobre el de Vélez de Guevara aparece más adelante:

“dan en Madrid, por los fines de julio, las once de la noche en punto en el reloj de la Puerta del Sol : el Prado boquea coches en la última jornada de su paseo y, en Chicote, el popularísimo filósofo Séneca recibe el agasajo postinero de la crema de la intelectualidad cuando el robusto Tariq, asiéndote fuertemente del brazo, te lleva de un vuelo al aventajado mirador de Bab-el-Assa y, levantando lo hojaldrado a los techos de los edificios, descubre de golpe la carne del pastelón de la ciudad y toda su humana variedad de sabandijas racionales”(128-29)

Aquí Goytisolo une el primer y el último párrafo del primer tranco en la novela de Vélez de Guevara, en la cual puede leerse:

Daban en Madrid, por los fines de julio, las once de la noche en punto, hora menguada para las calles… El Prado boqueaba coches en la última jornada de su paseo, y en los baños de Manzanares los Adanes y las Evas de la Corte, fregados más de la arena que los limpios del agua, decían el Ite, rio est…” (69-70)

“Y levantando a los techos de los edificios, por arte diabólica, lo hojaldrado, se descubrió la carne del pastelón de Madrid como entonces estaba, patentemente, que por el mucho calor estivo estaba con menos celosías, y tanta variedad de sabandijas racionales en esta arca del mundo, que la del diluvio, comparada con ella, fue de capas y gorras.” (80)

Goytisolo no solamente cambia el tiempo de la narración, del imperfecto al presente, también actualiza la condición de España, al cambiar la gente de la corte por el filósofo Séneca, es decir, por Franco, y al renovar más adelante la descripción de las sabandijas racionales:

“modernos jefes de empresa postrados de hinojos ante un deificado ejemplar de IBM, antiguos cruzados aquejados de obesidad y artritismo, empedernidos burócratas enfrascados en la lectura del Boletín Oficial : horteras investidos de televisor y automóvil, hinchas del fútbol, aficionados taurinos: …, obreros y pobres amaestrados, yeyés y admiradores del célebre Raphael” “…: inmortal malaleche española, única realidad vuestra! (130)

Los problemas de la sociedad de castas del siglo XVII han sido reemplazados por los de la modernización y el capitalismo en el siglo XX: los efectos de la industrialización, el parasitismo de la burocracia, la alienación de los obreros, la propagandización de España, la invisibilidad de los problemas reales mediante la industria del entretenimiento.

Goytisolo le da un cierre inesperado a yuxtaposición entre el Diablo Cojuelo y Tariq.

“al fin, cansado de atalayar como tú desde el inmejorable descubrimiento dela Alazaba, tu Diablo Cojuelo pegará lo hojaldrado con engrudo y dejará pudrir otra vez la carne del pastelón de la ciudad y su densa y agitada variedad de sabandijas

Ásperas selvas son sus dos bigotes, en las cuales un potro se perdiera : tanto más tú, que a pie y sin prisa, vagas, sueñas, caminas, tientas, exploras : adentrándote audazmente en la híspida e inculta maleza : parásito feliz del erizado bosque : como ayer, como mañana, como todos los días : en la densa frondosidad que tus paisanos ignoran : … y buscarás refugio en su difícil espesura hirsuta : … : lejos de la afeitada civilización hispana : en la vellosa, intrincada jungla poblada de fieras : fauna ágil y esbelta, cautelosa, flexible! : … : prosa anárquica y bárbara, lejos de vuestro estilo peinado, de vuestra anémica, relamida escritura! : y, abriéndote paso entre la manigua, inaugurarás caminos y atajos, inventarás senderos y trochas, en abrupta ruptura con la oficial sintaxis y su secuela de dogmas y entredichos: hereje, cismático, renegado, apostata: …” (131-32)

En este pasaje se cierra el espectáculo de la visión dela Españaactual y Álvaro se prende de los bigotes del Cojuelo-Tariq, camina por ellos para concretar, una vez más, un alejamiento de la tradición cultural y literaria hispánica, de su herencia hispánica. Un distanciamiento que augura dinamismo, creatividad y libertad, que desde el lenguaje pueden transformar el modo de vida de los españoles, si se asume que la apertura hacia lo diferente, mediante lo que Linda Gould Levine llama “la desmitificación dela Españasagrada”, puede transformar sabandijas.

Al estudiar la intertextualidad en esta novela, Alicia Ramos selecciona los pasajes en los cuales Goytisolo ‘condena’ la tradición literaria hispánica. Entre esos episodios identifica “la visión, al estilo del diablo Cojuelo, de la Madridactual” (Ángeles 61). Sin embargo, como se ve en el contraste de pasajes, el uso del Diablo Cojuelo en Reivindicación no es una condena sobre la obra, como sí ocurre con otras en esta novela. José Luis Ángeles, quien cita a Ramos, identifica el vuelo de Tariq y Álvaro sobre Madrid como uno de los episodios en los que se quiebra la mímesis, en tanto que se juntan “elementos cronológicamente dispares (Tariq, Séneca, la Madrid contemporánea)” (43), pero en ningún momento relaciona el vuelo de Tariq y Álvaro con El diablo cojuelo ni con los tipos de distanciamiento que Goytisolo emplea en sus obras para hacer la realidad notoria sin recurrir a los efectos del realismo.

Lo que se ha visto en este trabajo es que la apropiación que ha hecho Goytisolo en sus obras Señas de identidad y Reivindicación del conde don Julián de la figura del Diablo Cojuelo de Luis Vélez de Guevara, se concreta en tres formas de distanciamiento con España, que le permiten una visión diferente sobre su gente. Estas formas son reelaboraciones del modelo original de vuelo, de visión aérea, que aparecen en la novela de Vélez de Guevara. En Señas de identidad se juntan un distanciamiento espacial y temporal, en tanto que la visión panorámica de Álvaro sobre su ciudad es producto no sólo de su posición privilegiada desde un mirador, sino desde su prolongada experiencia de exilio que hace de él no un local sino un turista, alguien que mira desde ‘afuera’. En Reivindicación del conde don Julián el distanciamiento es más complejo, porque aunque subsiste la idea de vuelo, lo que ocurre es más bien un acercamiento mediante la alucinación provocada por el hachís. Físicamente Álvaro está en Tánger, pero tiene la visión onírica de Madrid, que no por soñada deja de enunciar problemas reales dela España de su época. Estas tres formas de distanciamiento, espacial, temporal y onírico, están al servicio de darle sentido a la existencia de Álvaro Mendiola. Su existencia cobra sentido sólo en la medida en que estos distanciamientos conducen a uno más definitivo, al rompimiento con su pasado hispánico, el cual pasa por el lenguaje y por la experiencia narrativa.

 

 

Obras citadas

Ángeles, José Luis. Narraciones Imposibles: Juan Goytisolo : Narrativa (1966-1975). 150 Vol. New York: P. Lang, 2006. Print.

Benson, Ken. “Transformación del horizonte de expectativas en la narrativa posmoderna española: de Señas de identidad a El jinete polaco”. Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 19, 1 (1994): 1-20. Print.

Goytisolo, Juan. Reivindicación del conde don Julián. Madrid: Alianza Editorial, 1999. Print.

Goytisolo, Juan. Señas de Identidad. Madrid: Alianza, 2007. Print.

Kunz, Marco. Juan Goytisolo, metáforas de la migración. Madrid: Editorial Verbum, 2003. Print.

Levine, Linda Gould. Juan Goytisolo, La destrucción creadora. México: J. Mortiz, 1976. Print.

Rey Hazas, Antonio. “Poética comprometida de la Novela Picaresca.”En Deslindes de la picaresca. Málaga: Universidad, 2003. 109-204. Print.

Sobejano, Gonzalo. “Valores figurativos y compositivos de la soledad en la novela de Juan Goytisolo.” Revista Iberoamericana. 47.116 (1981): 81-88. Print.

Vélez de Guevara, Luis. El Diablo Cojuelo. Enrique Rodríguez Cepeda (Editor). Madrid: Cátedra, 2007. Print.

Zamora, Vicente A. Qué es la novela picaresca. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002. Internet resource.



[1] Las cursivas en ésta y otras citas son mías.

[2] El distanciamiento en una tradición estaría a cargo de la soledad del pícaro, personaje marginal, y en la otra en los elementos fantásticos que rompen la referencia con la realidad inmediata.

[3] Aunque el protagonista de la novela permanece anónimo, es de suponerse que se trata de Álvaro Mendiola. Aquí se lo nombrará como tal, en lo sucesivo.

 

This entry was posted in Literatura española. Bookmark the permalink.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *