El exceso de silencio y el exceso de ruido

En la obra De Salcedo que hemos visto, hay dos partes que me han llamado significativamente la atención. Tiene que ver con el exceso, tanto de sonido como de silencio.

 

Dos de las escenas más conmovedoras, en mi opinión, ocurren cuando el migrante encerrado en un cuarto, con las manos atadas en medio de la oscuridad, se carcome por el silencio del cuarto. Ante ese vacío de sonidos, cuenta su historia, su testimonio de lo ocurrido en el tren, y constantemente pregunta si alguien lo oye, casi clama porque le contesten o le digan algo. No puede resistir el silencio y él mismo lo combate con sus propias palabras. Tal vez raya en la locura.

 

El segundo exceso es lo opuesto. Cuando observamos que los migrantes se están asfixiando en el vagón, el escenario se llena de gritos y clamores, hasta uno de esos personajes reza el rosario, tal vez como única esperanza. El efecto estético que provoca fue un tanto asfixiante o abrumador, pues el espectador ignora lo que realmente está ocurriendo solo conoce ese exceso de ruido, de gritos. Me parece que el montaje de la obra logró muy bien este efecto, al bajar el telón para que la audiencia no pudiese ver lo que estaba pasando. De alguna forma, creo que experimentamos la misma sensación de asfixia que causó la muerte del Mosco, solo que esa asfixia no se da por ausencia de aire, sino por un clamor incontenible de gritos desesperados.

En ambos casos, se genera un efecto abrumador ya sea ante el silencio en la celda del migrante prisionero, como en el tren en el que los otros migrantes claman de angustia. El sonido y su ausencia se convierten en recursos dentro del teatro para hacer partícipe al espectador de la experiencia de los migrantes, lo cual logra que empaticemos, a mi parecer, con la historia.

One comment

  1. Estoy acuerdo contigo, el parte de silencio parece molestarme porque todos los sonidos me generó un caos mental y no puedo salvarlo. En este parto este dolor es muy alta para todos los visitantes porque ellos pueden ser participes del sentir del personaje.

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