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Escapando de su realidad

Baile con serpientes de Horacio Castellanos Moya es una novela que abarca muchas cosas; misterio, suspenso, crimen, bestialidad con serpientes… Es un libro que lleva al lector a lugares a los que no espera ir. Desde el principio vemos que el sonido juega un papel muy importante en la novela cuando vemos la dicotomía entre el narrador Edwardo Sosa que domina la palabra y Jacinto Bustillo que generalmente se calla hasta que llega Eduardo. Es Eduardo quien le saca las palabras, no solo hablándole sino transformándose temporalmente en él. Sin embargo, ambos hombres están marginados en las afueras de la sociedad. Los vecinos describen a Jacinto como “un hediondo, un borracho… No habla con nadie. Quién sabe cómo vino a dar hasta acá. Deberíamos hacer algo para que se vaya” (8). Desde las primeras páginas los lectores aprenden las actitudes de los vecinos con respecto a las personas sin hogar. Parece que quieren seguir empujándolos hacia los márgenes en un lugar donde no tendrán que tratar con ellos y donde no serán vistos. Están deshumanizados. Además el cadáver de Jacinto se queda en la calle durante días. Mientras tanto, Eduardo está desempleado, “mis estudios de sociología (una carrera que a esas alturas ya había sido borrada en varias universidades) no me sirvieron para nada en lo relativo a la consecución de un empleo, pues había una sobreoferta de profesores, las empresas no necesitaron sociólogos y la política —último terreno en que hubiera podido aplicar mis conocimientos— era un oficio ajeno a mis virtudes” (7). Es irónico que no sea hasta que los políticos, entre otros, tengan que ser asesinados por Jacinto-E y sus serpientes antes de que la gente finalmente empiece a escuchar. Es como si Jacinto-E hablara a través de los ruidos que genera su violencia como las alarmas, los disparos, los gritos, etc. Es una forma de que él/ellos dos se vuelvan relevantes en la sociedad y hagan que la gente hable, lo que parece emocionar a Jacinto-E, “la ciudad entera estaba en pánico: imaginaban nuestra presencia y temían ataques en zonas donde jamás habíamos estado; difundían interpretaciones sobre el porqué de nuestras acciones totalmente delirantes, como si fuésemos los heraldos de grupos políticos o de narcotraficantes que buscaban asaltar el poder” (128). Sin embargo, al final es el sonido, más específicamente el ruido del helicóptero que detiene la violencia de Jacinto-E y más ampliamente para la adopción de la nueva identidad por parte de Eduardo y lo obliga a regresar a su vida aburrida y dejar su vida emocionante con sus amantes serpentinas.