Leyes y fusiles en El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría (primera parte)

Al llegar a Rumi, población en El mundo es ancho y ajeno (1941) de Ciro Alegría, “La gozosa fuerza de [los] músculos [de Rosendo] en la lucha con las escarpadas cumbres” (7) le permite su llegada al poblado. Sin que exista segunda parte, la novela marca un hito luego de la expulsión de los comuneros de Rumi. De la “gozosa lucha” de los músculos de Rosendo, los personajes ahora salen de su pueblo como “los grandes árboles talados cuyas hojas ignoran durante un tiempo los estragos del hacha” (211). De una “lucha feliz” al inicio de la novela, el final del capítulo octavo, parece ser una sublevación frustrada, ¿pero es así?

Los comuneros luchan por sus tierras por medio de litigios. Los alegatos legales en el relato dejan ver que éstos poseen un lenguaje con “un estilo enrevesado más inextricables que matorral de zarzas” (180). No se trata de que los comuneros desconozcan las “leyes”, sino que la propia ley no los beneficia. Desde esta perspectiva, para los comuneros, apegarse a las leyes no implica la resolución de sus problemas. Las leyes y el derecho justifican los despojos, Rosendo dice: “Cuando un hacendao habla de derecho es que algo está torcido y si existe ley, es sólo la que sirve pa fregarnos” (15).

La ley no antecede a la desposesión, sino que la ayuda y en el relato la ley emerge luego de que “[…] llegaron unos foráneos que anularon el régimen de comunidad y comenzaron a partir la tierra en pedazos y a apropiarse de esos pedazos” (15). Estas acciones derivan de violencia y la ley no la soluciona, sino que la prolonga. A contrapunto de la ley, que sólo beneficia a los explotadores, pero no del todo en su contra,  los fusiles afectan de forma ambivalente: “Ramón cogió alegre y angustiadamente la carabina […] tenía el peso que había calculado, el necesario” (158). A diferencia de la ley, las armas son justas. Así, el frustrado enfrentamiento al final del capítulo ocho sucede a nivel simbólico. Es decir, al final parece que se agota la lógica destructiva y ambivalente de las armas, con la muerte del Manco; a su vez la lógica oscura de las leyes, con la muerte del abogado, pero también la posibilidad de elegir entre ambas opciones, con la muerte de Mardoqueo. Por otra parte, más que agotamiento hay persistencia en el éxodo, la elección por la vida, la negación de la elección.