No soy ningún ‘snowflake‘. Tal vez la palabra ‘fuck’ sea mi palabra favorita del idioma inglés. Pero cuando terminé de leer Lituma en los Andes, preparándonos para nuestra ‘not-presentación’, le dije a mi compañera que aunque me gustaba este libro, me pareció vulgar. De hecho, muchos de los libros que hemos leído este semestre para SPAN 495 he encontrado que tienen elementos que me parecen cuestionables. Así que pensé en bloguear sobre esto del perspectivo de un gringo de 43 años de edad el que nunca ha escapado su crianza de wonderbread.
Seamos sinceros, la sociedad canadiense es bastante conservadora. Claro, podemos votar por un Primer Ministro liberal. La gente de mi generación criara para ni hablar nunca de religión, sexo ni política en compañía mixta. Si este dicho es verdadero o aplicable en estos días es discutible. Supongo que la razón de esto sea para mantener las conversaciones en un registro más positivo y neutral para no ofender a alguien.
Lituma en los Andes está imbuida de religión, sexo y política. Es de lo que se trata la novela; no hay escapatoria. Pero mi pregunta es ¿por qué la narrativa es tan gráfica? El impacto de la dicción fuerte—¿qué efecto hace? No puedo negar que mi conocimiento del idioma español es básico. Hablo español como si fuera un libro de texto porque esa es realmente la única fuente del idioma. Jon frecuentemente me ha desalentado de buscar el significado de las palabras, y hago todo lo posible para limitar las palabras que miro hacia arriba. Con esta novela, sin embargo, la mayoría de las palabras que busqué me hicieron sonrojar o jadear.
Tal vez esto demuestra lo verdaderamente xenocéntrico que yo soy. Nunca hablaría de las partes corporales de una mujer como Vargas Llosa lo hace en su novela. Concedido, como un hombre gay no hablaría realmente de partes de las mujeres de esta manera de todos modos, pero incluso las descripciones de los hombres no son algo que yo describiría de esta manera que hace este libro. Honestamente me sorprendió. Mi marido dice que ‘you’re such a prude’ porque hablar de sexo con vulgaridad me hace retorcerme.
Más allá de la charla sexual, me sorprendió el canibalismo, me refiero a quién no lo encontraría impactante. Estaba horrorizado por cómo se describía el consumo de la carne humana, que era el punto, estoy seguro. Pero me pareció un comentario interesante sobre la religión y las creencias en el mundo moderno. La transubstanciación en la religión cristiana ha existido desde la última cena. Cada vez que se recibe la comunión, se debe creer que la hostia es el cuerpo de cristo y que el vino es la sangre de cristo… canibalismo imaginario. Recuerdo cuando me estaba convirtiendo en católico que la Sor Lucy nos dijo que “nunca muerdan la hostia porque sangrará en tu boca” y pensando que esa fue una de las imágenes más repugnantes. La moda de las madres que consumen su placenta es una forma de canibalismo. Así que mientras que el canibalismo sea una práctica comúnmente idealizada, es inquietante cuando se nos da una descripción vívida como esto.
Mi última pregunta es sobre la vulgaridad y cómo se utiliza en la literatura. ¿Qué dice de la narrativa que se cuenta; sobre el autor; nuestra reacción? ¿Es puramente de efecto? ¿Cómo atrajo el uso de la vulgaridad a las diversas audiencias que leen Lituma en los Andes?